30 de abril de 2014

Criticar el español sin conocer bien el español


Un diario de tirada nacional recoge un artículo sobre la reportera María Irazusta (27.4.2014), autora del ensayo Las 101 cagadas del español. Opina quien firma el artículo que el libro, que en verdad es interesante, "nos saca los colores a periodistas... y escritores". Claro que, puestos a criticar a la RAE en el mismo, entiendo yo que lo mejor es hacerlo con criterio. Leamos literalmente: "No entiendo como siguen admitiendo 'asín' o 'madalena'. Son palabras que ya no se utilizan", se escribe, recogiendo declaraciones de la escritora. Pues bien, ese cómo lleva tilde, puesto que la oración, sea consciente de ello o no la escritora del artículo, es interrogativa. En segundo lugar, la autora del interesante libro, editado por Espasa, deja claro que viaja poco por España; esto es, sale poco de Madrid y, posiblemente, por la fotografía, de círculos con variedad diastrática alta. Sur de Albacete, año 2014: una persona que sale en una hermandad de Semana Santa cuya advocación es María Magdalena dirá "salgo en la madalena"; en el mismo sentido, una señora del Sureste de España (de nuevo Albacete o Murcia) que entre en una panadería pedirá 'madalenas' (media docena, una docena, lo que sea...). Insisto, en 2014. Nos bajamos un poquito más, a Andalucía, y personas de mediana edad que cuentan sus problemas al médico, al concejal de turno, a quien sea, concluyen su aserto con un 'asín que...'. Entonces... ¿por qué iba a desterrar la RAE dos vocablos totalmente vivos y en uso en el español estándar? Cuando uno cursa Filología le dicen aquello que a su vez dijo un día don Ramón Menéndez Pidal: "salir a la calle y escuchar". 

28 de abril de 2014

"Puro engaño"


Al principio crees que es como tú piensas que es; luego, la vida te pone en tu sitio... Ahí estás, creyendo que te vas a comer el mundo a bocados y resulta que no tienes ni puñetera idea de por dónde van los tiros. Es lo de siempre, como de novela: ahí está, miras en torno suyo, crees que es como su fachada la representa; ahí reside el patetismo de creer que, por mucho que hayas vivido, te las sabes todas; justo sin pensar que por algo inventaron las curvas de la carretera: para que te salgas del camino. Te sientas en el Café con los pies en alto; el bombón en la mano, coges el cuaderno verde: vas a representar la realidad, a recopilar lo que ya sabes y... de pronto caes en la cuenta de que no sabes nada. Siempre hay alguien que lo calla todo para que el otro lo diga todo. Ves que es un espejismo; que todo gira hacia la mentira o el silencio; que la gente (te) pone una cara y representa la contraria (teatro; tú deberías saber su teatro) y que tú no eres más que un juego... como en el ajedrez; para salvar a la reina siempre va bien sacrificar al peón. Y tú... ¿acaso pensaste alguna vez que serías algo más que un peón? Déjate de miradas, de besos, de poesías... déjate de realidades pervertidas entre lo que la gente representa y lo que la misma gente es. ¡Ahora caigo!, tú eres quien escribe tu historia y si descubres que el personaje principal se rebela en un personaje de teatro, con los ojos vendados, siempre podrás gritar aquel verso de Luis Alberto de Cuenca que dice "que el premio del engaño es el olvido". Con la misma facilidad que se escribe un poema, se borra... o se quema y en las cenizas no hay literatura... y sin literatura no hay vida eterna.  

27 de abril de 2014

"Equivocarse contigo"


Entras en el teatro después de lanzar el cigarrillo al aire y este desarrolla una parábola que lo hace caer cerca del quiosco de prensa. Llegas tarde y te has dejado el libreto en casa, aunque te lo sabes de memoria: eres el autor. Allí está ella, la chica con mirada de mujer fatal intentando ensayar el papel principal. El regidor pone cara de alivio: ahí estás tú, para continuar con el ensayo y preparar el estreno. "¿Quién es la actriz esta?", preguntas incrédulo, pues no es la principal que tú has pedido ni contratado, quizás hasta escribiste la obra para la otra. "Ha trabajado con los grandes; en Broadway y en París; ha estado a las órdenes de Tornatore...", te dice el regidor mientras contempla tu rostro de mala leche. Balbucea algo así como que también es modelo y todo eso... La muchacha, que realmente es hermosa, tiene entre sus manos tu cuaderno de poemas y tu propio libreto, con tus anotaciones: se ha tomado la libertad de coger tus cosas. Te mira y te desmonta de arriba abajo: es una buena actriz, por lo menos mirar a la platea lo hace bien... "Se sabe el papel, creo que lo borda", insiste el regidor, que te tiene hasta las narices intentado defender a la actriz. Ella se presenta, es amable contigo, te dice que te admira mucho, mirando en profundidad hacia tus ojos: alguien le ha dicho que te mire así para intimidarte. Es todo ese peloteo necesario para llevarse bien contigo, nada más. "¿Y la otra?", preguntas. Nadie te responde. Tampoco eres nadie, un director de segunda fila; es posible que nadie quiera actuar contigo, pese a que tú sí llenas los teatros. "Págale y que se vaya", gritas. Ella mira perpleja, el regidor queda paralizado y tú... Se acerca, entonces, el ayudante de dirección: "Piénsalo bien, quizás se acueste contigo", intenta conciliar. "Enteraros los dos de una puñetera vez: un poeta no es segundo plato de nadie, por muy buena que esté esa nadie", dices mientras coges la chaqueta, enciendes otro pitillo y te largas a casa. 

22 de abril de 2014

"No volveré a escribir"


No; no volveré a hacerlo: sin motivo ni razón. El mundo no necesita de versos o palabras; no necesita personajes, ni de nadie que diga que en esta sociedad no tienen cabida los que no tienen voz, porque no les dejan hablar. No volveré a escribir más, lo he decidido. Punto. No tengo ideas... y las que tengo son extremadamente constructivas: a nadie le gusta que otro alguien le hable de esa parte de una sociedad que habitan seres que pierden su trabajo, su vida, su amor, su futuro, su voz... A nadie le gusta ya que le lancen mensajes llenos de realidad. La gente vive de espaldas, porque es mejor no ver: "no digo nada", "no iré a votar", "no opino" (existen hasta los que se jactan de no leer jamás y los que mienten y los que lo hacen todo por el interés a cambio de algo). La lluvia ácida ha convertido a muchos en el centro de su propio ombligo y no escribiré para quien ni siente ni padece... Esta sociedad parece que sólo necesita gente silenciosa, callada, dócil ante la injusticia. Se escribe -escribimos- para remover el alma, para agitar la conciencia, para depurar la sensibilidad. Es posible que sea cosa del cambio climático, pero las letras tienen menos importancia que el ego. No escribiré jamás, porque los poetas son esa gente que siempre dice la verdad y hay mucha gente que miente, que roba, que calla en esos silencios que hieren, que dañan lo más profundo del ser. No; no escribiré jamás y hasta es probable que me olvide de mi Musa y la despida sin un último cuento... y que tire el ordenador por la ventana. Quemaré mis cuadernos y mis diarios... dejaré reducida a la nada toda palabra que haya salido de mi pluma y de mi imaginación. Dejaré de escribir, como he dejado tantas cosas. 

18 de abril de 2014

"Tres años de una vida"


Para Usted

No sé si lo leí en algún sitio; no sé si es fruto de mi invención; no tengo claro, incluso, si es lo cierto. Un muchacho cualquiera de un lugar indeterminado acude todos los años, tal día como hoy, a lanzar tres flores al río que lleva al mar. Vivió un amor de aquellos que apasionan; de esos que nos gustan a los escritores, porque dan para una historia. Ella se marchó y no es el momento ni el lugar para hurgar en eso: una ruptura la tiene todo el mundo. Él había prometido, una noche tierna en una taberna de mala suerte, que daría tres años de su vida: uno por el instante de estar con ella, otro por la emoción de verla sonreír de nuevo y un tercero por la eternidad de ser premiado con un beso suyo. Nadie, insisto de nuevo, sabe a ciencia cierta cuándo y cómo y por qué y es por ello que el muchacho, ya no tan inexperto como entonces, se llega hasta el río y las lanza; creyendo, tengo para mí, que la madre naturaleza le devolverá a la mujer que le sonría, lo abrace y lo premie con un beso. Para el caso, anoche le dije alguien que la vida no es como la planeas, sino como te la planea la vida. Sólo que, yo también, daba tres años de mi vida por una suerte de esas, en la querencia de que la vida ponga en mi camino a una mujer así. "Historias", dicen en este lugar. 

11 de abril de 2014

"Mala música"


La gente cree que los escritores son esos tipos con barba de tres días, cigarrillos americanos y petaca de whisky que escriben novelas de mil páginas; la misma gente cree que los escritores son también tipos bohemios, sin motivo ni razón, y que lo mismo bailan bajo la lluvia que escriben un poema a los niños de Eritrea: en esto, quizás, lleven alguna razón... Los que escriben, decía aquel maestro de novelistas, son esos tipos que ven el alma detrás de una mirada o, como yo, niños que jamás se atreverán a confesar su amor a la musa, por el miedo heredado de un pasado de mil colores. Aquella mañana de frío, en el Madrid bajo las bombas de neón, el ventanal del Starbucks permitía dominar una historia de verdad; ahí fue cuando aquel poeta amigo tuyo te dijo: "amigo, la realidad y tú sois la misma cosa; ella pone la imagen, tú le escribes el guión". Enfrente había un letrero grande que decía "Dilo tú, díselo a otros". Y te pusiste al instante. No hay nada que disfruten tanto tus dedos, después de una caricia, que el leve teclear sobre la puta realidad en tu ordenador: aunque molaban más los tiempos de la Olivetti, cuando te cagabas en todo lo que se meneaba cuando había que repetir la página. La otra tarde, al escuchar del protagonista de La Señal aquello de "Olvídese de esa mujer, tiene mala música", te paraste en seco y dijiste: "Joder, ¿y si me atrajesen las mujeres con mala música?"

3 de abril de 2014

"Decir tu nombre..."


Si yo dijera tu nombre, ellos te tratarían como a una loca; si la gente supiese quién eres, entonces pensarían que has caído en las redes de la poesía...; si yo desvelara el aire de tu viento, todo cambiaría y no podrías escapar de estas manos que teclean las historias que te llevan como personaje. Que nadie mienta: eres tan real como el paso del tiempo, tan real como cuando te veo... Todo cuanto se dice de ti es la realidad; todo cuanto tu sonrisa escribe es poesía. Una musa no es mitología, es alguien de carne y hueso que ama, que ríe, que llora, que siente, que vive... en los pronombres, en los versos, en las metáforas, incluso en el fondo del vaso de whisky que el escritor se toma. Si yo dijera tu nombre, estarías perdida: dejarías de ser tu para ser la inmortal mujer que un tipo llevó al papel para que las demás mujeres supieran, con sustantivos y adjetivos, que eres única en el mundo. You're the one. Si la gente supiese lo que de verdad implica tu nombre y cómo cada frase recibe de tus ojos el sentido, o la conjunción copulativa, entonces la pasión dejaría de ser secreta. Si yo lo desvelara, la gente que te rodea pensaría que has perdido la cabeza dejando de ser una mujer tan inusual para convertirte en el centro de la Literatura. Sólo el tiempo te revelará, salvo que tú lo digas mucho antes, tal como lo sientes cuando me lees...