This story is specially dedicated to Sabina, in Prague.
A veces uno, por mucho que se lo proponga, no obtiene aquello que desea. Se puede trabajar duro, se puede intentar obtenerlo por cualquier medio, se puede luchar todo el tiempo, pero... La realidad está reñida con el deseo en un alto porcentaje y de ahí que muchos dejemos el camino abandonado para retornar a otro, no sé si porque no queda otro remedio o porque la vida es una eterna elección entre una y otra opción. Y aquello me pasó por aquel tiempo... Deseé con fuerza un beso suyo; sí, deseaba que el primer beso que diese aquel nuevo año que celebrábamos ese día fuese suyo. Estaba allí, al fondo del recinto; bailando con sus amigas... saludando a todos los amigos que nos habíamos concentrado en el lugar. "Happy new year...", "Feliz año nuevo...", y así en varios idiomas, incluido el francés. Pero no, por alguna extraña razón no se me acercó y cuando yo lo intenté, con la timidez que me abatía por aquella época (¡anda que si me pilla ahora!), fuese y no hubo nada.
Diez años después estaba yo en el VIPS de Fuencarral (Madrid en su esencia) esperando a mi amiga Sabina -una modelo checa, con una sonrisa sincera y unos profundos ojos azules- volví a ver a aquella chica en la mesa de enfrente. No sé si me reconoció al pronto o era ya la repercusión que mis libros empezaban a tener en el Madrid literario; se levantó y quiso saludarme con un beso que yo rechacé; y como en Estados Unidos le tendí la mano. Una conversación nimia, insulsa y de compromiso... Nada. Aquella noche, mientras dormía, me atenazó un sueño dulce... y en un momento oportuno Ella me daba el beso más hermoso que un hombre puede esperar de una mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario