18 de octubre de 2018

Palabras a medias...

Pasa que, a veces, pasamos más tiempo pensando en el miedo a decir algo que compartiendo lo que decimos... Palabras que no llegan a destino, que no se dicen -y las dudas de cómo habrían caído-; palabras a medias, el no atreverse a decirlas, el hablar a medias... Historias a medias, basadas en la duda, en el miedo al miedo mismo, en dar por hecho algo que no está aún hecho. Pasa que todos nos pasamos media vida a medias, sin decir lo que toca, lo que se quiere, lo que se siente; sin dar el paso hacia un abrazo, hacia un beso que toca, hacia una mirada que lo diga todo, pongo por caso; escribo -y digo ahora- por miles de voces que no pronunciaron mil palabras y que, andado el tiempo, se preguntan delante de mí qué hubiera sido si... si realmente hubiéramos dicho lo que nos nacía de dentro o hubiésemos dicho -dentro de un orden- lo que no nos gustó o lo que no queríamos, la queja a tiempo. La gente se para a pensar cuántas personas se fueron, cuántas oportunidades se perdieron por no decir algo a tiempo, en su momento, cuando hubo que decir: es como si siempre nos hubiésemos dedicado a lo difícil, a no decir nosotros pensando que sabíamos lo que iba a decir el otro. Y creo que hablar y decir a tiempo es, precisamente, ganar tiempo... o ganar al tiempo.