8 de mayo de 2022

Cualquier tiempo pasado...


Me queda algún tiempo en la ciudad antes de tomar el tren y esta tarde he decidido pasear por los lugares en donde tomábamos unas cañas cuando fuimos universitarios. Encuentro el barrio algo cambiado; recordaba la plaza de Santa Bárbara o la calle San Mateo, incluso Hortaleza y Bárbara de Braganza, de otro modo: con pintas absolutamente del siglo XIX. Reconozco que me sigue resultando graciosa la placa de la "Casa de tócame Roque", entre Barquillo y Belén. Entro en un sitio al que íbamos, o era más o menos por ahí, pero ahora es otra historia: ni rastro de las consumiciones baratas ni de las chicas de letras o de los alumnos de económicas, siempre endomingados, con gomina ellos y tacones ellas. Nunca comprendí de dónde sacaban el tiempo, pues me recuerdo a mí mismo corriendo por los pasillos de las estaciones de cercanías, o de la Facultad. Me viene a la mente, como de golpe, tanta gente y tanta anécdota que parece una eternidad, aunque no lo sea del todo. Ahora, en este bar bullicioso, no atino a comprender cómo podía comunicarme con la gente, cómo pude hablar de libros con mis compañeras, cómo poníamos verde a tal o cual que sabe Dios dónde estarán hoy... Tantas horas de proyectos; tantos sábados sin un duro en el bolsillo; tantos amores no declarados; tantas noches caminando bajo otro Madrid... Cuando pago a la simpática camarera, que no se sabe mi nombre -al contrario que entonces-, empiezo a pensar que no me arrepiento de ese tiempo sin móviles ni Wikipedia ni cursos de digitalización; quizás me arrepiento ahora de lo que no me atreví a decir, porque éramos eternamente jóvenes y creíamos que la vida era un momento eterno...