29 de mayo de 2014

"Irse..."


Dicen... que cada uno de nosotros conoce, a lo largo de su vida, a un montón de gente; algunos, claro está, se quedan cerca; otros van y vienen o son circunstanciales. Lees esas cosas y es cuando te preguntas... '¿Qué ocurrirá si se va?' El tiempo va transcurriendo en eso que llamamos vida; quizás estemos esperando sueños mientras lo que sucede nos parece poco. Estás ahí, sentado, pensando en qué ocurrirá si se va... da igual que sea el siglo veintiuno y que existan las nuevas tecnologías, alguien que no está cerca no está y estás aterrorizado. Te acostumbras a la gente hasta que la realidad confunde al deseo: ahora es cuando entiendes a Luis Cernuda, ciertamente. Jamás le dirás nada, en campo abierto... mirando a los ojos, sin el miedo al miedo mismo; no, tú no vas a ser nunca capaz de decir con la solvencia que existe en lo que le escribes: un día sus nietos dirán de ti que tú la tenías presente en la página en blanco del Word. ¿Se irá finalmente? Tienes miedo a que el olvido deposite su frescor sobre quien tú estás pensando; no sería justo -piensas- que la vida te haga cruzar con alguien que al final se va... te haces hacia atrás un instante, dejas que en el ordenador suene la música, cierras los apuntes que tienes abiertos y te dices que aún no has pensado un final. ¿Y si, después de todo, todo queda abierto?

21 de mayo de 2014

"La persona de tu vida"


La conferencia es a las cinco y tú no has comido nada; tú no comes cuando tienes algo importante a primera hora de la tarde. 'Así estás tú', te dicen en casa... A la gente apenas le interesa la creación pura y dura; a la gente le interesa lo que hay detrás de lo que se escribe... '¿Quién es ella?' Esa pregunta te la han hecho cientos de veces en los últimos meses; incluso por whatsapp te preguntan aún quién es ella. Callas. Hay cosas que se disimulan mal, como el ensimismamiento... pero callas. Empiezas a hablar de la necesidad de una literatura comprometida con lo que está ocurriendo; además, tú, que eres cosmopolita, piensas que los bajos fondos hay que sacarlos en la foto del relato... Con solvencia, pasas a las preguntas y alguien recuerda que El País ha sacado que Rubén Darío tuvo una musa real (Francisca Sánchez) y Juan Ramón una irreal... '¿Y usted?' Es el morbo de poner un nombre... No vas a explicar que si el primer lo-que-sea deja un poso, tú no te acuerdas ya del Instituto; que, como todos, quien te ha herido ha sido mejor relegarla al olvido: es un ejercicio de salud mental. Quizás a ella no le gusta que la hagas protagonista de novela; a lo peor ella ni te lee por mucho que tú creas que lo hace; a lo mejor ella es para ti una cosa y para el resto otra... '¿Siguiente pregunta?' La persona de tu vida... 'Bueno -dices-, es raro que tú te ensimismes con alguien y no escribas de alguien'. A ver, se trata de crear, de decir y de que el universo literario sea femenino; no vas a escribir sobre dolor o muerte o ciencia ficción... Uno toma esto o aquello... los demás son los lectores, incluso ella. 'Yo jamás me atrevería a decírselo', confiesas. Miedo del miedo mismo. 

16 de mayo de 2014

"Otra persona"


Un día despiertas y descubres que es otra persona, no la que tú creíste que era; da igual que te enseñe el deneí o que cojas una fotografía suya y la mires mil veces... de pronto, descubres que no es quien pensabas; caes en la cuenta de que quizás tú hayas sido el culpable del hecho, por haberla dotado de unas emociones, de unas ideas, de unas querencias, de unas palabras... que no son suyas, son las que creíste creer que eran; las que le pusiste en la vida real o en la literatura, qué más da. Ahora, a lo mejor, sus pasos no son los que pensaste, ni su eco, ni el sonido de su voz; incluso, quizás no pensaba como tú creíste creer que ella pensaba. Es curioso, pero posiblemente, por mucho o por poco tiempo que hayas pasado con una persona, ¡te quedan tantas incógnitas! ¿De verdad le quedan tan bien los vaqueros que tú piensas que le quedan tan bien?; ¿su mirada, cuando se fija en la tuya, dice lo mismo que la tuya cuando se posa en la suya? Despiertas y empiezas a ver claro que quizás haya más de literatura que de realidad, más de pasión que de cabeza, más de deseo que de verosimilitud... Te sientas hacia atrás, respiras hondo, cruzas las manos y repites sonoramente su nombre, despacio; lo escribes, lentamente... y, de repente, no suena igual; hay un extraño vacío sustentando en tantas preguntas sin responder. Silencios que emergen y que sólo se desvanecen cuando te dices: "yo ya no estoy para estos trotes". 

9 de mayo de 2014

"Ellos"


"Prometo, por mi ingenuidad, que creí que pararían el inicio electoral por ellos", dijiste. Pero no; eres todavía un ingenuo. Ellos allí inertes; que venían de ganar: con el subidón que pega ganar un partido de esos; con lo chulo que está el ambiente del autobús y los puntos que se suman. Recuerdas ecos de otros sitios y de las palabras de Paco, cuando se encargaba de aquel otro bus: "las zapatillas puestas, no quiero aromas que no sean de rosas"; y la gente partiéndose con él y comiendo chuches. Cerca de casa ya, o casi. De repente... Como casi siempre, de repente; ocurre todo... Hace tiempo que no tienes explicación para estas cosas, o crees no tenerlas: hay mucho que aún ignoras. Una foto en la tele: el microbus de medio lado, en un buen lugar de Extremadura; el periodista que da la noticia dice dos topónimos y tú un '¡no jodas!' Esa vocación que llevas dentro para entenderlos y conectar con ellos (quizás porque tú no tuviste casi esa etapa); nadie comprende la subida de adrenalina de una cuadrilla de ellos en mitad de una clase y tus frases, tus frasecitas, para suavizarles Lengua. Ahí ellos, cuerpos inertes. Cinco. ¡A ver qué necesidad! Se fue con ellos el primer beso, los puñeteros grupos del whatsapp a todas horas, el Tuenti y hasta el suspenso en Lengua que iban a recuperar. Lo que dejan detrás impacta y muchos (muchas, también) van a tardar en olvidar. ¡Si pudieras explicarlo! Pero no. Una madre dice que se le ha ido lo que más quería. A ti te entró el bajón: esa gente es el futuro y dentro de ellos hay algo muy grande si se lo sabes ver. Tú no te quedas indiferente; cosas así no nos las podemos permitir. Justo ahora que preparas una programación didáctica para gente como ellos...  

5 de mayo de 2014

"¿Qué te voy a decir?"


En la ciudad de provincias la chica que camina delante de ti lleva unos vaqueros claros, camisa rosada y botas bajas... ¿qué probabilidad hay de que sea ella? Puf... Empiezas a calcularlo, contando con que son los vaqueros que tú crees que le quedan tan bien... pero lo dejas, porque eres de Letras. "Tío, ves la realidad como si la pintaras tú mismo", te dijo aquel escritor... Caras de circunstancias; alguien a quien escribir, pero te frenas...; alguien que te dice que está 'agobiada' y sientes la obligación de decirle que no es para tanto, porque no lo es. Otra mujer que lleva unos yogures y unos plátanos para sus niños, que los son en tiempos difíciles. Vargas Llosa que le para los pies a un gilipollas que rompe un libro (¡más cultura!, le gritaría Unamuno; tú le habrías llamado fascista...). La chavala que toca la guitarra por cuatro perras, tirada en el suelo y que lo hace francamente bien y la adolescente, que dice que su chico no la valora... la suerte de sus rostros jóvenes que, a pesar de todo, sonríen fuerte. Una peli interesante en la Filmoteca (El secreto de sus ojos: ¿callarás siempre, como el protagonista; esperarás siempre, como el protagonista) y la propaganda electoral... lo llevas en el gen politikon y la coges y hasta la lees, porque aún te queda un miligramo de paciencia. La ex alumna que grita tu nombre, en mitad de la ciudad, tan sólo porque cuando lo necesitó le dijiste que era la mejor. Acabas de llegar... la gente lo ve todo negro; tú, aún, crees que la vida es algo que hay que morder y que se puede medio llenar el medio vaso. El municipal de la zona azul no te sanciona, aunque te has pasado cinco minutos... Subes al coche y mientras suena la música y le das zapatilla por el carril izquierdo, te oyes como a tus veinte: "¿Qué te voy a decir? Pues que esto lo arreglamos..." y cantas en alto. 

3 de mayo de 2014

"Sus silencios, tus silencios"


Un café, un domingo en la mañana, es diferente si es de Starbucks. Entras en el lugar, pides tu café y te sientas en uno de sus sillones a leer la novela que pega o a tomar notas para cualquier asunto posterior (con esa música de tu mp3 de fondo)... y, de repente, caes en sus silencios. El tiempo corre, van cayendo los días en el calendario, ya está convocado todo (las elecciones, los exámenes, las oposiciones...) y, sin embargo, qué sabes tú de sus silencios. Apenas crees ver detrás de su mirada; no dejas de admirar la hermosa forma de sus manos; reconocerías el tono de su voz a mil millas... pero, más allá de eso, nada. Su silencio es un fantasma que te atenaza y su realidad es la realidad de tu literatura. Ni más ni menos... Ves pasar gente tras el ventanal y detrás de cada sonrisa crees escuchar su sonrisa; en el fondo, es falso: no es quien ríe, ni siquiera está allí; es más, no sabes siquiera en donde está, pero no olvidas el primer recuerdo. ¿Qué pasaría si de pronto dejases de verla? Quizás ella sintiera alivio; es posible que tú mismo también con el tiempo; pero no, tus letras serían góticas, no se entenderían, dejarían de ser historias de amores no correspondidos, de perdedores más allá de la crisis, de detectives que no resuelven nada ni se ligan a la mujer rubia; tampoco serían historias de mujeres fatales que no existen, o que nadie ve en los bajos fondos de las grandes ciudades. Su silencio desconcertante te bloquea una mañana de mayo, pero coges el Pilot y empiezas a trazar su nombre en una página en blanco, que huele a café...