2 de enero de 2019

A primera vista

Todas esas ciudades históricas de media Europa tienen alguna librería con algo que decir; así que, casi sin querer, entré en una de ellas buscando una de esas novelas españolas de los años noventa que hoy estarían prohibidas y que leí entonces, cuando leer era el mayor lujo que uno podía elegir... Junto a un anaquel del fondo había una muchacha que me recordó, serenamente, a otra cuyo nombre es preciso callar; una joven lectora, supongo a esta, por los dos tomos de poesía: "una mujer exigente con la lectura", me repetí. Como hice aquellas otras veces en las que en el momento de decir lo que se esperaba de mí, callé; la observé con disimulo, miró ella de nuevo -con un eco de otras miradas similares- y yo... callé. Elegí las Rimas de Bécquer y pagué; volví a curzar la mirada con ella, que tenía aún fija en mí y salí al frío de la calle: "áspero... liberal... esquivo... vivo... que un cielo en un infierno cabe", como había escrito Lope; cada uno es como es, mas "quien lo probó, lo sabe", como remató el Fénix de los Ingenios.