15 de julio de 2020

Recuerdos

Cuando paso frente a la solitaria terraza de aquel Café observo a una joven estudiante consultar su teléfono móvil. Creo que es estudiante por los dos o tres libros de alguna árida materia universitaria, el cuaderno pequeño pautado a cuadros y un Pilot al que le están entrando ganas de acabar su tinta. Recuerdo de inmediato y de golpe todas esas conversaciones frente a un café, en otras mesas llenas de gente: allí salían todos los temas, pero al final acababan en la poesía. A veces pienso, firmemente, que la poesía no nació para ser cantada al son de la lira, sino frente a un café con crítica intelectual y afinada. También me llegan ecos de esas otras conversaciones con mujeres interesantes y de ojos expresivos; advierto que no necesariamente todo el tiempo palabras de amor; ecos del decir que ahora son ya recuerdos pero que, en su día, eran esperanzas que en cada uno -tú, yo...- han transcurrido por senderos bien distintos. Es el jodido paso del tiempo, la necesaria evolución de los años, la improrrogable llegada de la madurez... Me paro entonces en el Café, me siento en la mesa contigua a la de la joven -separados ambos por más de dos metros y una mascarilla-, pido un café, saco mi dietario y comienzo la escritura: "La conocí en... y a los dos días quedamos en el Café de..., cuando llegó llevaba..." Los recuerdos lo mismo te joden que te arreglan el día, según te vengan. 

4 de julio de 2020

Estar y no estar

La calle comienza a llenarse de gente; las terrazas, imperceptibles hace unas semanas, facilitan reencuentros hasta hace muy poco imposibles... Al pasar cerca se escuchan conversaciones de puesta al día, consejos, mensajes, alusiones a terceros ausentes... Antes, toda esa gente ha ido entrando y saliendo de nuestro yo: mensajes de ánimo, llamadas o videollamadas, o lo que fuera que hayamos estado haciendo mientras leíamos, teletrabajábamos, cocinábamos y hacíamos zapping ante una televisión asustadiza y repetitiva. Pero llegó el sol y a la calle... y es el momento de pensar: ¿habremos pensado para ponernos al día con nosotros mismos? En esos momentos duros hubo gente que no quiso estar, como comentan esas dos chicas de la mesa de aquel bar; gente que era preguntada, pero que nunca preguntó a quienes les concedían unos minutos de su vida... ese tipo de gente de la normalidad constante -ni nueva ni vieja-, sólo gente del ego. El yoísmo podría ser un partido político mayoritario: ¡cuánta gente se ha olvidado de tanto en tan poco tiempo! Decían en otro Café que algunos ya no se acuerdan de los médicos, ni de las enfermeras llorando de impotencia, ni de los amigos... porque esto ha sido un desafío desconocido. ¡Da igual! El instante más hermoso es la palabra: la de los reencuentros; la de los cafés; las del amor -mientras se juega-, las del qué-fue-de-ti-este-tiempo... El silencio, como dicen, es una respuesta y la mejor actitud ante ese silencio es la indiferencia.