15 de julio de 2020

Recuerdos

Cuando paso frente a la solitaria terraza de aquel Café observo a una joven estudiante consultar su teléfono móvil. Creo que es estudiante por los dos o tres libros de alguna árida materia universitaria, el cuaderno pequeño pautado a cuadros y un Pilot al que le están entrando ganas de acabar su tinta. Recuerdo de inmediato y de golpe todas esas conversaciones frente a un café, en otras mesas llenas de gente: allí salían todos los temas, pero al final acababan en la poesía. A veces pienso, firmemente, que la poesía no nació para ser cantada al son de la lira, sino frente a un café con crítica intelectual y afinada. También me llegan ecos de esas otras conversaciones con mujeres interesantes y de ojos expresivos; advierto que no necesariamente todo el tiempo palabras de amor; ecos del decir que ahora son ya recuerdos pero que, en su día, eran esperanzas que en cada uno -tú, yo...- han transcurrido por senderos bien distintos. Es el jodido paso del tiempo, la necesaria evolución de los años, la improrrogable llegada de la madurez... Me paro entonces en el Café, me siento en la mesa contigua a la de la joven -separados ambos por más de dos metros y una mascarilla-, pido un café, saco mi dietario y comienzo la escritura: "La conocí en... y a los dos días quedamos en el Café de..., cuando llegó llevaba..." Los recuerdos lo mismo te joden que te arreglan el día, según te vengan. 

1 comentario:

Laura dijo...

Qué ilusión me ha hecho ver tu comentario en mi última entrada. Me he pasado entonces por aquí, hace más de 10 años que te sigo, se dice pronto. Qué suerte el escribir, que bien que lo compartas.