Usted, que habita entre mis letras y cobra vida en mi cuaderno de tapas verdes; Usted, que apareció de repente, como la tormenta de esta tarde y habita en los momentos de zozobra, que con sus gestos -pequeños o grandes- se sobrellevan la espera, la incertidumbre, los nervios o pensar al tiempo que el sentido del humor cambia de aquí para allá. Sí, simplemente Usted, como en todas las almas de quienes caminan por la calle ahora mojada tras el chaparrón: Usted. Qué sería de mí sin ternerla a Usted para contarle las cosas que caen por la realidad: como esas chicas de la calle pegadas al móvil, contándole a sus respectivos usted las cosas que les pasan: trágicas y cómicas; un suspenso o un aprobado de última hora; el grano de acné o el capítulo de la serie de anoche; la pelea con mamá o cómo la abuela ha soltado cincuenta pavos para el finde. Qué sería de la vida de los escritores, cuando atenaza la angustia el alma, sin un whisky de vez en cuando y sin Usted. Sin su sonrisa y sin su caminar pausado, viniendo hacia el lugar en que estoy o marchándose después de su magnífica conversación. Usted, que además habita en letra impresa, inspira mi creatividad y pende de un hilo -de silencios y de voces-, como antes hubo quien pasó por el camino de Lope o el de Bécquer, quizás por la vida del genial Galdós. Con una salvedad: Usted siempre es en presente y tiene una sonrisa puramente cosmopolita.
4 comentarios:
Eres muy bueno "jodio"
Gracias amigo
Sí, estoy de acuerdo con RG. Lo que pone entre comillas yo lo omito, que no tengo tanta confianza. Me gusta mucho esta entrada.
Muchas gracias, Mercedes. :-)
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