Así, de repente, te ha venido a la mente una rima del genial Bécquer, el ídolo que admiraste y releíste tanto en la adolescencia:
"¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día,
me admiró tu cariño mucho más;
porque lo que hay en mí que vale algo
eso... ¡ni lo pudiste sospechar!"
¡Qué grande, Gustavo Adolfo! Y es que lo que te hace feliz siempre vuelve. Dicen...
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