15 de septiembre de 2022

Buscando a las musas


Amaneciendo, la desierta playa del silencioso pueblo costero recogía la espuma del mar. En mi camino, las huellas de alguien que, muy poco antes, había transitado el mismo borde junto al Mediterráneo, se iban diluyendo, como los recuerdos, como las musas, como aquellos eternos veranos de hace unos años... La inspiración me había abandonado esas semanas, así como aquellas sonrisas que traían, al menos, momentos inevitables en la canícula de los noventa, o quizás de los dos mil, cuando éramos eternamente jóvenes, sin la contaminación ruidosa de estos tiempos inciertos que, cada día, nos traen los diarios. Sea quien fuere mi musa, se fue, atenazando la escritura en soledad silenciosa, en páginas en blanco, en inciertas dudas tachadas con bolígrafo rojo. El mar aprovecha hoy la mañana para lanzar algo de ruido sobre la playa y dos o tres jóvenes se suben a la tabla, buscando la mejor ola para el surf. En el momento de buscar un café abierto, recuerdo cuando tenía varias musas, con las palabras siempre brotando todo tiempo... Igual frente a un café humeante sea el momento de poner orden a las ideas, blanco sobre negro, pues como ha dicho siempre Joaquín Sabina: "mira que las musas no aceptan excusas".

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