Dos artículos de Joaquín Leguina y Almudena Grandes en El País.
El pasado día 24 de abril Joaquín Leguina escribió un artículo en EL PAÍS titulado “Enterrar a los muertos” en el que desarrollaba una serie de argumentos que suscriben la inmensa mayoría de los españoles. Allí se basaba en cuatro argumentos sólidos y ponderados, como suele ser habitual en él, para justificar la mesura al hablar de la guerra civil: 1º que la Ley de Amnistía fue un esfuerzo de generosidad por parte de todos y no un paréntesis como quieren establecer muchos; 2º que en los dos bandos hubo canallas que cometieron actos criminales al socaire de ideologías o poderes que no emanaban mas que de sí mismos; 3º que algunos republicanos no deben incluirse dentro del homenaje a la gente de bien (García Atadell, por ejemplo) y 4º que, efectivamente, no todos los votantes y simpatizantes del PP son añorantes del franquismo. Creo que estos argumentos son fácilmente asumibles por cualquier ciudadano español republicano o monárquico, de izquierdas o de derechas. Pero... salió la voz discordante.
La magnífica (y politizada -lo cual no es impedimento, dicho sea escrito al caso, ni le resta calidad a su literatura) escritora Almudena Grandes, autora entre otros de “Las edades de Lulú”, sale al paso de lo escrito por el ex presidente de la Comunidad de Madrid (en otro artículo titulado “La condición miserable” en EL PAÍS también) hablando acerca de que Leguina era muy dócil cuando ejercía el poder ejecutivo en Madrid y poco más que ha variado su postura en la actualidad. Creo que la escritora no recuerda la indocilidad de aquel líder de la FSM que resultaba una china en el zapato de Felipe González, que siempre hablaba alto y claro (recuerden sus manifestaciones sobre Rodríguez Zapatero) y resultaba incómodo. El caso es que, estando yo en desacuerdo con Almudena Grandes, no voy a entrar en desmentir su postura política aunque sus argumentos no sean elegantes ni hayan sido pensados antes, como sería de esperar en intelectuales. Sí analizaré, por otro lado, la referencia a “Días de Llamas”, la magnífica novela de Juan Iturralde sobre la que hablé en mi Tesina Doctoral que me valió el DEA.
Dice Almudena Grandes que no conoce ningún caso parecido al que plantea el autor salmantino en la figura del protagonista de la novela. ¿Significa eso que la escritora opina que el argumento de la novela es pura ficción? ¿Significa eso que la escritora plantea que todos los que iban a las checas de Madrid si tenían apoyos salían vivos? Creo recordar que con posterioridad a 1937 ocurrieron muertes como la del protagonista de “Días de Llamas” en los dos bandos, por lo que le recomiendo un lectura sosegada de EL PAÍS del 4 de noviembre de 2007.
Ahora bien, aherrojarse el derecho a establecer quien traiciona o no traiciona a Luis Cernuda, acusando a Leguina de haberlo abandonado por aquel título de “Tu nombre envenena mis sueños” me parece fuerte, porque a nadie he escuchado ni leído, últimamente, reconocer a Camilo José Cela el haber hecho uso de “Papeles de Son Armadans” para que se escuchara la voz y se leyera la literatura del exilio en la España franquista. Eso sí, que se ofreció voluntario a los denominados nacionales... Creo que el leer, seguir y aplaudir la Literatura es consustancial al lector, al intelectual, y uno no traiciona, por ejemplo, a Federico García Lorca porque prefiera el creacionismo de Gerardo Diego antes que el surrealismo del granadino.
La magnífica (y politizada -lo cual no es impedimento, dicho sea escrito al caso, ni le resta calidad a su literatura) escritora Almudena Grandes, autora entre otros de “Las edades de Lulú”, sale al paso de lo escrito por el ex presidente de la Comunidad de Madrid (en otro artículo titulado “La condición miserable” en EL PAÍS también) hablando acerca de que Leguina era muy dócil cuando ejercía el poder ejecutivo en Madrid y poco más que ha variado su postura en la actualidad. Creo que la escritora no recuerda la indocilidad de aquel líder de la FSM que resultaba una china en el zapato de Felipe González, que siempre hablaba alto y claro (recuerden sus manifestaciones sobre Rodríguez Zapatero) y resultaba incómodo. El caso es que, estando yo en desacuerdo con Almudena Grandes, no voy a entrar en desmentir su postura política aunque sus argumentos no sean elegantes ni hayan sido pensados antes, como sería de esperar en intelectuales. Sí analizaré, por otro lado, la referencia a “Días de Llamas”, la magnífica novela de Juan Iturralde sobre la que hablé en mi Tesina Doctoral que me valió el DEA.
Dice Almudena Grandes que no conoce ningún caso parecido al que plantea el autor salmantino en la figura del protagonista de la novela. ¿Significa eso que la escritora opina que el argumento de la novela es pura ficción? ¿Significa eso que la escritora plantea que todos los que iban a las checas de Madrid si tenían apoyos salían vivos? Creo recordar que con posterioridad a 1937 ocurrieron muertes como la del protagonista de “Días de Llamas” en los dos bandos, por lo que le recomiendo un lectura sosegada de EL PAÍS del 4 de noviembre de 2007.
Ahora bien, aherrojarse el derecho a establecer quien traiciona o no traiciona a Luis Cernuda, acusando a Leguina de haberlo abandonado por aquel título de “Tu nombre envenena mis sueños” me parece fuerte, porque a nadie he escuchado ni leído, últimamente, reconocer a Camilo José Cela el haber hecho uso de “Papeles de Son Armadans” para que se escuchara la voz y se leyera la literatura del exilio en la España franquista. Eso sí, que se ofreció voluntario a los denominados nacionales... Creo que el leer, seguir y aplaudir la Literatura es consustancial al lector, al intelectual, y uno no traiciona, por ejemplo, a Federico García Lorca porque prefiera el creacionismo de Gerardo Diego antes que el surrealismo del granadino.
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