Hay sueños que se cumplen, pese a quienes dicen que no; y hay pesadillas que también subsisten, aunque parezca mentira. Mi sueño, creo que como el de todos los que escribimos, es ligero, nervioso, intenso y tenso, demasiado cargado de ansiedad... Pero hay imágenes que se me repiten, personas que pasan por ellos de puntillas y que cobran una vida nerviosa que quizás en la realidad no tengan. Ni soy Freud ni lo pretendo; tampoco he creído nunca que una acción dormida en el subconsciente cobre vida y atisbo de realidad, eso es intangible, imposible, innegable. Últimamente acude a mis sueños una persona joven, morena, sonriente y por el mismo espacio, con el mismo tono, con el mismo desparpajo discute conmigo, me insulta, se aprovecha de mi buena fe; otros días es sumisa, mimosa, me pide ayuda, acude a mí llena de angustia y esa tensión se le calma cuando me ve y me abraza. Afortunadamente despierto, nervioso, sudado, agobiado. Pero... ¿de verdad los sueños se hacen realidad? Porque ese veneno, pensar ese rostro, es demasiado para mi vida interior, o no.
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