4 de octubre de 2012

Gente que va y gente que viene


Del mismo modo que vino (de la nada, de repente, con el súbito impacto de la sorpresa) decide irse y desaparecer de esa otra vida con la que se había cruzado. Esta es la razón de ser de la existencia, el toma y el daca de los instantes, de los momentos, de los caminos... Gente con la que te cruzas y se queda y gente con la que compartes un tiempo, breve o largo -según lo mires-, y se va por donde vino... Fuese y no hubo nada, como dijo el clásico. Detrás queda lo compartido, los sentimientos, lo profundo (muchas veces el amor -recuerdo las rupturas, no sólo las mías, también las de otros-) que al principio es brillante, algo más tarde es tenue y finalmente no es nada: silencio, olvido, recuerdo quizás alguna noche de insomnio. En el abismo quedan las cañas compartidas, los silencios, las conversaciones, las risas, las discusiones, la nada... La vida va detalladamente dando cumplimiento a los dictados de la Fortuna o de quien sea y, finalmente, juega a traer y a llevar como el viento a gente que pasa por tu vida dejando huella: unas dolorosas, otras más alegres; todas de aprendizaje. Pero es instintivo mirar alrededor y ver que quedan muchos otros, algunas caras ya viejas de tan conocidas que siguen construyendo el día a día. Salvo que seas un canalla la vida no te retira el saludo, sino que a veces lo pronuncia cinco minutos más tarde. Hay máximos que te traen y se llevan a la misma gente varias veces, porque el ser humano, en el fondo, es débil y temeroso, por eso tiene sus creencias, aunque sea en Snoopi. Pensando en algunas que se han ido voluntariamente simplemente les deseo buen viaje y que les vaya bonito, con la posdata de que, a poder ser, no se crucen más conmigo.

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