Recuérdelo y recuérdelo a otros: 'si un escritor se enamora de Usted, señorita, nunca morirá'.
Ahora, hoy, en mitad de una lluvia ácida. Alguien como Usted, que se aprende, que aparece: en noches como aquella de un sábado. Mientras el vapor del mal se desprende en corruptos que deberían pagarlo caro, entre lágrimas de gente que se enamoró y ya perdió la sonrisa y vive un horizonte incierto: Usted ahí. Caminando, pisando fuerte, entre la zozobra de qué pasará cuando la canícula desaparezca y el lobo estepario del invierno nos muestre sus fauces; sueños de Usted, ahí una noche con una copa en la mano. Sueños, que son volver a vivir aquello que se vivió deliberadamente. No lo dude, yo en esta zozobra: never surrender. En este mundo quedan cosas por hacer, quedan corazones por llenar, risas por dejar salir, sueños que hacer realidad, verla sonreír alguna vez más. Entonces... a Usted, por lo que nos quede.
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