"¡Que te crees que eres tú solo!", dijo la sabia voz del anciano. Se refería a las veces que tú y otros os equivocáis al elegir, al tantear, incluso al creer que... Es obvio, si se es humano, uno se equivoca: "hasta esos que van de soberbios (o soberbias) creyéndose los reyes del mambo; hasta esos caen, nene", añadió mientras lanzaba sobre la losa del mostrador del tabernucho un euro moreno de tanto roce de manos, en pago por su café. Quedamente se puso la gorra, anduvo hasta la puerta, descolgó del perchero su garrote, se volvió para decir adiós y entonces a modo de sentencia te dijo: "tú tranquilo, esa no es pa'ti; eres tú mucho pollo para tan poco arroz". Hizo una señal con la mano y salió de allí, con sus ochenta años de sabiduría.
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