El tren que os va a llevar a Galicia es barato; el fotógrafo y la reportera son jóvenes y becarios aún, luego el periódico no les pagaría nada fuera de lo más barato. Ellos no entienden que tú estés ahí, sin ser exactamente uno de ellos: como siempre, a los cinco minutos dejas de ser su enemigo y te tratan como a un colega. La chica parece más espabilada que el muchacho: normal porque los tíos maduramos más tarde. Están asustados porque aún no han podido demostrar su valía y temen hacerlo mal. Te miran como a un bicho raro: "Miras mucho el móvil", dice hacia ti uno de los dos. "Cierto; jamás me llega el mensaje que quisiera recibir", les respondo. Son periodistas: saben por dónde van los tiros. "Oye, ¿y tú qué escribes?", dice ella, ahora. "De todo; supongo que crítica más que nada", respondes, ya a la altura de Valladolid. Entonces surge el tema de atreverse o no, de dar el paso o no... Sigues creyendo que el fotógrafo es muy apocado para el trabajo que ha elegido; ella dice tener veinticinco, pero aparenta menos: eso sí, sonríe mucho. Cuando les dices que tú, generalmente, te has atrevido a las cosas -con sus raciones bien cargadas de palos-, te envidian... Vistes como ellos, pero no dejas de ser del año de Suárez, algunos antes de su año. "¿Algo te dará miedo, no?", pregunta el muchacho; le respondes que la soledad. Cuando ella se harta de esa conversación entre líneas, pregunta directamente si alguna vez dejaste de hacer algo y te arrepientes: "Claro que sí; pero no me arrepiento, sólo me quedará la duda de cómo podría haber sido todo de otra manera". Te miran como a bicho raro: "Cuando yo tenía veinte años y estaba rodeado de gente en la Facultad, hubo veces que no le hable claro a alguna chica, por ejemplo; ahora tampoco", respondes a modo de ejemplo (uno laboral les hundiría la moral). Ella sonríe. "Con veinte años si una alguien te deja de hablar, tienes energía suficiente para encontrar mil alguien más; con algunos años más, si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio, mejor que siga siendo tu amiga a no saber jamás de ella", les dices casi llegando a La Coruña. Ella entendió, pero a él le apuntaste la frase en un papel, apremiándole a que se la aprendiera de memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario