A ratos, flashes entrecortados: lo imposible entre los dos. Que tus labios y mis labios se unan, por ejemplo; que tus ojos y los míos se crucen ante el mismo horizonte; que tu sonrisa sea eterna en mi memoria... El final de ciertas historias acaba un día definitivo, cuando el protagonista llama a la puerta de una casa abandonada, la cámara se aleja y entonces suena una canción de Bob Dylan... de repente, el plano se va alejando y, al fondo, sobre la carretera, un Studebaker se aleja. Pero es hermoso que seas mi protagonista de novela; es bonito verte caminar y que lo hagas hacia donde te encamino... Imposible entre nosotros que dejemos a medio las frases; que los pronombres sean en singular; que no seamos del mismo signo zodiacal o que yo sea adicto al café y tú me digas que yo no lo tome con cafeína... No todos los finales de novela son lo que uno espera y, mucho más, cuando los que escriben son mis dedos. Me gustaría bailar bajo la lluvia, contigo, en la plaza de Colón de Madrid. Eres tan grande que me desbordas y no sé qué hacer contigo... lo mismo, como el final no pinta bien, el día menos pensado me instalo en tu casa y cocinamos juntos, mientras yo te hablo. Sólo hay que entender que imposible siempre termina en lo posible, pese al secreto de tu nombre.
2 comentarios:
¡Fabuloso! Me ha encantado...
M.
Merci beaucoup!!!
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