Una tarde de verano, como la de hoy, fue cuando quedaste con ella... ahora, olvidado su recuerdo y a ratos hasta su eco, mientras revisas el teléfono móvil aparece una fotografía de ella. Quizás es lo poco que tienes suyo, o lo mucho, según lo mires. Mientras vas pasando imágenes, empiezas a recordar los feos de algunas redes sociales; es otro hilo que te viene de pronto. Hay gente que cuelga su vida y cuelga su vida sólo para escogidos; sí, hay veces que das un me gusta y parece que les jode que hayas cliqueado tú y no esa otra persona que ignora ese estado o esa foto. "Que no lo pongan", te dice alguien a quien le consultas esta inquietud y que es mucho más práctico. El caso es que todos guardamos fotos de todos, de todos aquellos que nos interesan, claro; lo malo de esas fotos es el tiempo y el recuerdo: hay días que guardar esas fotos hace que te venga a la memoria un pasado interesante; otras, un mal rollo que mejor que se largue. Sigues con tu bebida on the rocks y mientras escribes en tu cuaderno verde el hilo de algo, que más tarde será o no será, recuerdas aquel momento con ella y, a pesar de todo, decides no borrar la fotografía del móvil... "Que borre ella las mías", le pides al silencio.
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