Fue hace unos días, semanas a lo sumo, cuando Belén me lo sugirió por whatsapp: "si tu Musa te ha abandonado, pon un anuncio", me escribió. Reconozco que fue desconcertante: eso de que la Musa, con mi inspiración en su maleta, se marche; que deje de leerte; que no le importe nada -ni siquiera por rellenar su ego- ser protagonista de relatos. Al cabo, pensé que tampoco era mala idea: llamé al periódico y una señorita con suave acento sureño me explicó el máximo de palabras y, sobre todo, lo que cuesta. Tras el café caí en la cuenta de cómo debo definir a mi Musa -dando por hecho que la anterior, vaya usted a saber por qué, se ha ido sin decir ni adiós-; me paré a pensar, con un ejemplar de Poeta en Nueva York de Lorca en la mano, en qué debería soñar: sus manos elegantes; el acento peculiar; que sonría y que su conversación dé para un relato, o para una vida de novela; el cabello... ya no tengo claro si oscuro o rubio pero, eso sí, que se ponga gafas de sol de vez en cuando; si no es mucho pedir, que sus piernas sean bonitas y sus gustos peculiares; no se descarta que discuta cuando tenga motivos y no molesta que sea más inteligente que el escritor, pues eso es lo normal; entre los veinte y los cuarenta está bien, como edad aproximada, pero uno no desmerece a nadie de otro siglo; me da igual si es gallega o extremeña, si viene de Rumanía, de Bulgaria o de la República Checa, o si es una chica de un barrio bonito y de clase media de Boston, o es de la misma Buenos Airres, eso me da igual porque conozco gente en todos sitios; tampoco es necesario que sea de letras... Perdido en todo ello, redacté el texto final del anuncio: "Aprendiz de plumilla busca Musa, que nade entre la realidad y el deseo; se dará eternidad a cambio de ideas: abstenerse egos demasiado subidos". Y le di a enviar...
4 comentarios:
Imprescindible ojos verdes.
No había caído en ese detalle...
Hay personas que no merecen ser musas, aunque (estoy segura) comprendan el enorme honor que supondría serlo de alguien que en realidad es mucho más que un mero aprendiz de plumilla. Animo, Paquillo. Lamento que te sientas tan abandonado. Un abrazo.
No pasa nada, Maite. La vida tirará hacia adelante...
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