Ahora que lo pienso... Aquel rey felón, el de la "senda constitucional", rompió los sueños liberales, "¡vivan las caenas!", decía el pueblo que aún pasó hambre y miseria. Más tarde, al de los Castillejos, natural de Reus, provincia de Tarragona, se le metió en su sagitaria mollera traer la democracia, con aquella Constitución de 1869 tan avanzada que ni en Europa: entre los de un lado y los del otro le pegaron cuatro trabucazos en la calle del Turco, siendo rematado en la cama de un palacio, por si acaso. Entre caciques, caciquillos y gobernadores civiles dirigieron las conciencias y los votos, previo paso por 1923, hasta que llegó otro régimen constitucional que destacó en Educación y Cultura, pero al que le surgieron varios golpes de diversas ideologías que acabaron (tras los treinta y tres ominosos meses que todos sabemos) en otro régimen, largo, sumarísimo... El chico de provincias que pasó, de un lado al otro, a los españoles pactó la ley fundamental que, en esencia y con aciertos y meteduras de pata, ha traído la mayor estabilidad que se haya conocido: la España liberal fue interrumpida por espadas, pistoleos y callejeros veinte veces hasta que por fin nos vimos en Europa, como pedían algunos de los intelectuales más sobresalientes de los últimos cien años. Eso así, sin mirar atrás despacio. Ahora que tocaba hablar del futuro, después de estos años atrás tan reprochables a unos cuantos y que debemos a la mayoría, ahora como entonces... Non abbiamo bisogno.
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