Ahora que todo es incorrecto, está prohibido o engorda, ahora voy y me fijo yo en el borde de las cosas, así como rebelde. Quiero creer que se encuentra poesía en las miradas, en las sonrisas, en las manchas de una camiseta, en un rictus de fastidio, en unas manos que escriben o subrayan con el fosforescente eterno de los opositores, en una acuarela que representa una ballena pero que es una hoja de árbol... todo eso. Hace tiempo que no percibimos el ruido de un sueño, de una disculpa, de una invitación a desayunar, de un beso que sale de verdad, de una risa a carcajada limpia, de un deseo que se dice y no se calla, del fastidio de las lejanías, del frío polar que nos sonroja las mejillas, de una conversación a corazón abierto. Hace tiempo, ¿no? Unos pisamos como tímidos que somos, otros lo hacen como sobrados que parecen; algunos, además, hace mucho que no sabemos de ellos... Las cosas que nos rodean tienen su perfil y muchas nos dicen algo, o mucho, como cuando miramos y se produce una respuesta con la mirada o como cuando hablar resuelve muchas dudas. A veces pienso que en la rapidez de cada día se me olvida decir cosas importantes, a veces miro algo y me vienen ideas que olvido rápidamente... como el perfil de las cosas.
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