Termino el café; pago el periódico en el quiosco de enfrente y, súbitamente, tomo un taxi: "a la estación de A." La radio reproduce llamadas de los oyentes, con sus cosas, tan cotidianas como las pensiones, los salarios de los trabajos ejercidos por jóvenes e, incluso, un atrevido oyente habla de la agricultura, con la ración de sequía que nos toca. Pago al taxista, un chaval joven y educado y, de inmediato, un policía nacional me pide por favor que use la escalera normal, la otra está petada. Le doy las gracias por la recomendación de seguridad. Compro un libro sobre la guardia civil en la República y, por sorpresa, la megafonía nos llama rápidamente: "tren Ave destino A., embarque por vía 7". Lo hago, no sin llevarme dos o tres maletazos; abro el periódico, cuyo contenido es mejor no destripar por razones de higiene mental. Bajo en A. y caigo en que no tengo pan, así que compro una barra y un botellín de agua. Paseo por la ciudad hasta el coche, introduzco en el maletero lo que sea y me digo que mejor poner algo de combustible, así que bajo en la primera y el gasolinero me comenta que todos los clientes del día estamos acatarrados: "si es que no es normal tanto cambio de tiempo". Al rato, llego a casa y mientras cocino pongo el telediario: allí salen los 'enterados' de siempre que, entretenidos en sus irrealidades e inacciones continuas, jamás en su vida han pisado la calle (para conocer a la gente), como yo hoy... y aún van y opinan, almuadillados en sus bien pagados escaños. Desde la cocina le hablo a la tele del salón, como si fuera alguien: "preparaos todos, que aún nos quedan muchos pasos por dar... y por contar".
2 comentarios:
Di que sí, que esperemos que así sea, que nos queden muchos pasos por dar y por contar...
Gracias... y si además pueden ser todos los pasos juntos, mejor...
Publicar un comentario