
Hay dos voces más de esa Generación del 2000 que me resultan interesantes y reseñables. La de Gracia Iglesias y la de Yolanda Castaño, ambas nacidas en 1977 y que dieron sus primeros poemas en los años noventa e inicios del siglo XXI. La voz poética de Gracia Iglesias se mezcla divertidamente con el performance y con lo más lúdico, volviendo a las vanguardias de los años veinte. Francamente me recuerda lo desposeído del lenguaje, la despersonalización del yo poético frente al juego de la modernidad que impulsaron, entre otros, Ramón Gómez de la Serna y Rafael Cansinos Assens. Lo interdisciplinar y el juego del dibujo que realiza al modo del cubismo literario (Apollinaire) me parece una de sus grandes aportaciones a nuestra nueva poesía. Siempre he manifestado que parten estas poetas de lo anterior, como bien manifestaron en 2005 Luis Alberto de Cuenca y Luis García Montero. Pero en estos últimos tiempos, entrando en su web y observando su trayectoria poética, Gracia se me representa cada vez más como una voz poética de las vanguardias, entroncada con el futurismo, el ultraísmo o el creacionismo que en su momento representaron tan bien Gerardo Diego (“Imágenes”), Vicente Huidobro o Jorge Luis Borges. A la espera de su tercer poemario recomiendo los dos anteriores. Junto a ella el sensual erotismo de Yolanda Castaño, quien junto a Olga Novo y otras ha roto los tabúes de los años ochenta para lanzarse a la poesía más pura desde el punto de vista temático. Me encandilan sus poemas más eróticos y me parece inmejorable el trabajo expresado en “Libro de la egoísta”. Sé que Yolanda Castaño es intedisciplinar -como Gracia Iglesias- y que combina el arte y el periodismo con la profesión poética, pero así fue cómo me fije en ambas y cómo después he ido siguiendo sus trayectorias. Dos nombres más de mi particular Generación del 2000 a los que sumo los perfiles ya mostrados en este Blog de Ana Merino y Lauren Mendinueta.