A veces no decimos todo lo
que debemos en el momento justo, en el instante oportuno. Esas mismas veces,
además, puede que digamos más cosas con gestos y con miradas que con la
palabra, pese a ser esta la gran cualidad del ser humano. Pero… ¿se nos entiende?
Es decir, cuando no decimos o cuando decimos con la mirada, por ejemplo, ¿se
nos entiende? Posiblemente no ni en todos los casos y, no obstante, lo que no
decimos es tan importante, porque lo callamos, como lo que decimos. Habrá que
recordar aquel dicho que añade que ‘uno vale más por lo que calla que por lo
que habla’. No lo tengo tan cierto. Los gestos y las insinuaciones también son
un lenguaje, el lenguaje gestual que dice mucho por sí mismo. No decir, es a lo
que voy, es tan importante como el propio decir y saber callar es tan
importante como saber hablar en el momento justo, en el instante preciso. En
todos los órdenes de la vida es imprescindible saber callar o saber decir con
hechos y con gestos lo que las palabras, pese a ser un lenguaje, no son capaces
de cualificar. Es importante saber estar en el silencio, saber tener silencio,
por ejemplo con tu pareja. Lo que me preocupa es que hay momentos en que el
silencio, la sugerencia, la insinuación, etc., están diciendo a gritos y quizás
ese lenguaje no es entendido por el destinatario. Como dice la canción, lo
nunca dicho se disuelve en té.
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