5 de mayo de 2012

Lo nunca dicho se disuelve en té


A veces no decimos todo lo que debemos en el momento justo, en el instante oportuno. Esas mismas veces, además, puede que digamos más cosas con gestos y con miradas que con la palabra, pese a ser esta la gran cualidad del ser humano. Pero… ¿se nos entiende? Es decir, cuando no decimos o cuando decimos con la mirada, por ejemplo, ¿se nos entiende? Posiblemente no ni en todos los casos y, no obstante, lo que no decimos es tan importante, porque lo callamos, como lo que decimos. Habrá que recordar aquel dicho que añade que ‘uno vale más por lo que calla que por lo que habla’. No lo tengo tan cierto. Los gestos y las insinuaciones también son un lenguaje, el lenguaje gestual que dice mucho por sí mismo. No decir, es a lo que voy, es tan importante como el propio decir y saber callar es tan importante como saber hablar en el momento justo, en el instante preciso. En todos los órdenes de la vida es imprescindible saber callar o saber decir con hechos y con gestos lo que las palabras, pese a ser un lenguaje, no son capaces de cualificar. Es importante saber estar en el silencio, saber tener silencio, por ejemplo con tu pareja. Lo que me preocupa es que hay momentos en que el silencio, la sugerencia, la insinuación, etc., están diciendo a gritos y quizás ese lenguaje no es entendido por el destinatario. Como dice la canción, lo nunca dicho se disuelve en té.

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