En mi pueblo, enclavado en La Mancha, hay un término lingüístico para designar a la persona ‘creída’, sobre todo si esta es mujer: ‘desanchá’. Sí, sí, adjetivo singular, dícese de aquella a la que cualquier varón le parece poca cosa para ella. Ese es el término.
La que yo refiero era evidentemente guapa, para qué negarlo; una muchacha más o menos joven, bonita, medianamente elegante, algo aficionada a la cultura (alguna revista no muy deleznable y un libro de vez en cuando) y todo eso. Durante cierto tiempo dejó pasar pretendientes, cualesquiera, cierto es que algunos dejaban mucho que desear, otros eran simplemente tontos y algunos bastante dignos; pero ella no, ella les veía fallas y defectos a todos, incluso, estoy para mí, si le hubiera hablado alguna vez Brad Pitt le habría encontrado defectos y creo que, con poco, lo hubiese rechazado. Ella era así (¿o es?).
El pobre que se aplicó la norma de pico y pala, detrás de ella, en su sencillez, con lo normal cuando a uno le gusta una mujer, sabía de antemano que ella no entraría por el aro… Se ha quedado viejo aquello de “quien la sigue la consigue” y ni los sms surtieron efecto ni alguna llamada de buen rollito, todo eso. Pasó el tiempo y ella como una roca, inexpugnable.
Algún tiempo después ella se acordó de él: el tiempo pasa, la juventud también; las ideas cambian; la madurez es un lujo. Lo llamó, pero él había cambiado de número.
La que yo refiero era evidentemente guapa, para qué negarlo; una muchacha más o menos joven, bonita, medianamente elegante, algo aficionada a la cultura (alguna revista no muy deleznable y un libro de vez en cuando) y todo eso. Durante cierto tiempo dejó pasar pretendientes, cualesquiera, cierto es que algunos dejaban mucho que desear, otros eran simplemente tontos y algunos bastante dignos; pero ella no, ella les veía fallas y defectos a todos, incluso, estoy para mí, si le hubiera hablado alguna vez Brad Pitt le habría encontrado defectos y creo que, con poco, lo hubiese rechazado. Ella era así (¿o es?).
El pobre que se aplicó la norma de pico y pala, detrás de ella, en su sencillez, con lo normal cuando a uno le gusta una mujer, sabía de antemano que ella no entraría por el aro… Se ha quedado viejo aquello de “quien la sigue la consigue” y ni los sms surtieron efecto ni alguna llamada de buen rollito, todo eso. Pasó el tiempo y ella como una roca, inexpugnable.
Algún tiempo después ella se acordó de él: el tiempo pasa, la juventud también; las ideas cambian; la madurez es un lujo. Lo llamó, pero él había cambiado de número.
1 comentario:
Qué chulada.
Sí, a veces pasa, él o ella cambia de número, y ya es demasiado tarde... :(
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