Esa gente que cruza los
pasos de peatones a toda velocidad, pegados al móvil y al iphone, que se chocan
contigo y entre sí mismos me sacan de quicio: todos ellos vestidos igual, como
si fueran a una fiesta o a un funeral; ejecutivos de toda clase y de todas las
corporaciones anegando los pasos de peatones de Times Square o de cualquier
otra arteria, porque son los mismos en todas partes. Esa gente infeliz que sólo
sabe hacer infelices a los demás con sus malas noticias por carta o por e-mail;
gente que únicamente sabe escalar posiciones derrotando a los demás,
compitiendo sin perdón contra sus compañeros, sacando la pasta del dolor y del
sufrimiento de los demás. Y tú, un simple escritor, un hombre de letras, con el
periódico arrugado bajo el brazo y un vaso de café hirviendo intentas procesar
sus caras. Alguna vez me he parado a pensar que la vida de esta gente es
automática, que viven solamente para los números y para sus corporaciones, que
no leen y que sus sentimientos son de plástico. Ayer coincidí con una ejecutiva
en el Starbucks y deduje que debía tener treinta años, que llevaba camuflados
bajo el maquillaje; el traje de chaqueta negro le hacía un buen culo, cierto,
pero la envejecía. Su compañero estaba completamente calvo y se pasó el
desayuno hablando en clave económica (ahora entiendo por qué nos han llevado a
la ruina). Estoy seguro que hace semanas que no comen un plato de cuchara ni
hacen el amor con su pareja ni han ido al cine o, siquiera, han visto una mala serie
de televisión. Ese es el mundo que anhelan ellos y los políticos que nos
endorsan para el futuro, salvo que les plantemos cara. Aún hay gente como la
adolescente de ahí enfrente que cree que lo prohibido es fumar un cigarrillo a
escondidas o saltarse la clase de Historia del profesor McCallahan. Espero que
mi coche aún sea capaz de dirigirme a un mundo rural alejado de ese paso de
peatones pernicioso para nuestra salud.
2 comentarios:
Permíteme recomendarte un libro que a mí me hizo pensar:
El bolígrafo de gel verde, de Eloy Moreno. Un escritor un tanto aventurero e inusual, lo digo por la manera que tuvo de publicar este su primer libro.
Si lo quieres en formato EPUB te lo puedo pasar por Email. En el Corte Ingles de Albacete lo venden como "rosquillas".
Un saludo.
¡Ey! Gracias... lo tengo en casa; me lo regalaron por mi último cumpleaños y ciertamente aún no lo he leído. Muchas gracias por la recomendación
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