Fulgencio y yo lo tenemos claro: el chonerío es cosa peligrosa. Estoy por decirle a Montoro, que tiene su toque cani (¡esas orejillas!), más que chic, que la cadena que lleva el cani este que hemos visto por la Alameda sirve para pagar la deuda y sobra para un polo. Una 'cadenaca' gruesa, de eslabón recio; de oro del que cagó el moro, pero recia. Su choni, la que jamás se cambia de pantalones (pantacas, en argot) y se le trasparenta el tanga negro bajo pantalón blanco, está muy orgullosa de él (¡cuánto amor! ¡Oh my God!). El tirillas con cara de tonto el culo jamás ha leído nada, ni los prospectos de los anabolizantes que se tomó para tener los musculitos (y que le dejaron secuelas..., dicho sea sin ánimo de faltar, ya se sabe) que luce cuando saca el brazo por la ventanilla de su bólido -y por ello lleva uno moreno y el otro blanco-, el auto discoteca andante. Es más tonto que una albarda, dicho sea de paso; pero es que la choni, su chonita, la 'ejque' no es más espabilada...: lerda se decía en los noventa. Eso sí, da gustito verlos paseando su amol por las calles y por la Alameda como dos golondrinas que se arrullan. Son los reyes del mambo, así lo creen: el mundo está a salvo en sus manos. Dice el Fulgen todo lo que no necesitan: educación, cultura, teatro, novela, poesía, periódicos, crucigramas, matemáticas, historia o geografía, física y química; ni ropa: con unos vaquerucios rotos tienen bastante, pues llevan la misma ropa (¡ay, qué olor!) todos los días. Colonia poca... Ellos y sus conversaciones por whatsaap y sus temas, esos temas: los programas tipo Sálvame (¡qué interesante la vida de los demás! -sobre todo de esos dechados de virtudes que son los contertulios y los famosos, que lo son por que han ligado alguna vez y ha tenido sexo, como cualquier mortal, mire usted-). Ese futuro de España que estriba entre los 40.000 licenciados que se han marchado al exilio (por culpa de los sinvergüenzas de los que nos gobiernan), la gilipollas esa del "que os jodan" (hija del mayor corrupto del Universo Sideral), los 350 pánfilos del Congreso y... el chonerío. Yo creo que muero ante tanta cutrez, ante tanta ordinariez, ante tanta vulgaridad... No, no puede ser; tiene que ser un sueño... Sí... ¡Uf!, despierto y las chonis y sus canis no están: qué alivio.
1 comentario:
La descripción del momento político y cultural que nos está tocado vivir, por desgracia, la has bordado.
Completamente de acuerdo contigo.
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