Me había habituado a enviarle mensajes casi todos los días y, algunas pocas veces más, a tomar café con ella. Eran tiempos en que nos sentábamos juntos, frente a frente, y nos contábamos mil cosas... tiempos que, pienso, ya no existen... Entonces yo trabaja en asuntos públicos y un tipo que trabajaba conmigo me dijo que dejara de verla, de hablar con ella, de seguir sus pasos: "Es tu enemiga, es de ideología contraria y, con esa gente, no puedes ni hablar", exigió, más que sugirió. Claro está que, como hubiese hecho cualquiera, no le hice puñetero caso. Seguía viéndola, seguía hablando con ella de su pasión por los caballos, de la naturaleza o simplemente hablando de tonterías... qué sé yo, si entonces era estúpidamente más joven. El tipo habló con los jefes de más arriba; pretendía que ya que no había dejado esa amistad, dimitiera de lo que hacía; empezó a presionar, pero no cedí. "O te vas o te echamos, tú verás", dijo, conminativamente. De ese proceso la chica no supo nada: seguíamos hablando, seguíamos merendando café, seguíamos siendo amigos; yo, al menos, luchaba por ser su amigo. Decidí seguir mi tarea sin hablar nunca o casi nunca con el tipo que me decía que sentarse a hablar o a tomar un café o a comer con alguien que no piensa como tú es sentarse con el enemigo, como si se tratase de una guerra o de una batalla púnica. La enésima vez que me exigió que me fuera, respiré hondo, pensé en lo que más me convenía y le dije que el cargo era mío, intransferible según la ley, así que dejaría de hablar con él y seguiría mis pasos por dónde iban... y es que en la vida, o actúas o toman las decisiones por ti.
4 comentarios:
Eso es ser una persona de principios ;)
Siempre hay que intentar , al menos, hacer lo que queremos hacer.
Besos
Me has dejado a medias! Qué pasó con la amante de los caballos???
Gracias a las tres por la lectura y los comentarios. A Mercedes únicamente decirle que la chica amante de los caballos está por 'ahí', cada minuto más lejana.
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