Suele ocurrir en días como este, lluviosos y de soledad necesaria; te viene a la memoria un algo como de sopetón y te lanzas sobre una agenda vieja de hace algunos años, anotada totalmente, buscando en ella cómo fue aquello o cómo se llamaba no-sé-quién... Mientras no aparece lo que necesitas aclarar en tu memoria -quizás has cumplido años hace dos días y el tiempo pasa-, comienzas a extrañarte de cosas que habías olvidado totalmente: gente que conociste y ya no frecuentas... que viste en el cine esa peli que te gusta tanto y que han pasado por la televisión docenas de veces... que tal escritor estuvo hablando contigo de la novela de posguerra y, de paso, te estampó su firma en su último libro de entonces... que escribiste un mail a... y no sabes si lo respondió... o que en un mismo año estuviste en Córdoba y Granada y Bilbao y Vitoria y Albacete y... resulta que tú pensabas que había sido todo eso en años distintos. "¿De dónde sacaba entonces la energía?", te preguntas ahora que hasta hacer una 'mini-maleta' -esta expresión se la copias a una viajera que te la dijo el puente pasado- te cuesta una barbaridad por las medidas y los contenidos... En fin, que en un día soleado te largas al campo a hacer deporte o a tomar un café -y te cruzas con gente- y no te pasa; esto pasa los días lluviosos en que caminas en soledad a por el periódico oyendo únicamente tus propios pasos o te paras a mirar por la ventana el solitario mundo de ahí afuera y caes, como siempre has pensado, que tienes agendas en el cajón y las abres y te das cuenta que todos los días nos pasa algo.
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