Vivir se ha puesto al rojo vivo, al precio del error; se ha convertido en miradas de reojo, con el aumento del precio de la vida. Aquellas fotografías de entonces ya no me resultan tan conocidas y en las que sales tú, dices con la mirada y nada más... pero yo vivo de las palabras: de los pronombres y de los verbos transitivos. Voy acumulando palabras en mi cuadernos, silencios en la noche, pinturas de realidades a medias... Hasta tal punto es el eco de tu mutismo, que los apuntes se me parecen hojas que sueñan en vanguardias, surrealismos o genialidades de Lope, por no decirte que quizás me esté volviendo tan loco como Don Quijote, o tan racional como Sancho, vete tú a saber. Que sí, que vivir se está poniendo por la nubes y que el café sabe amargo, la mañana amenaza lluvia y me debato entre hablarte en verso o poner música de los noventa: tal es la confusión, el miedo, el nerviosismo... el reto. A este lado, ver la vida se está complicando y yo no sé hacia dónde dirigirme, si hacia el silencio o al altavoz; si votar rojo, morado, naranja o qué opinar; si escribirte o callarme; si dibujarte o hacerte realidad... No sé cómo decirte que me entiendas, que me tengas paciencia, que vivir se está poniendo complicado y más aún si tienes que estudiar en primavera. Sí, aquí, mujer, a la intemperie...
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