Así, de repente, como cuando los rayos del sol te ciegan; fue así, recuerdo, cómo la muchacha apareció... posiblemente -eso no lo recuerdo, o no quiero- debió ser en un momento de incertidumbre, de zozobra afectiva, cuando empezó a contar cómo era ella. Y, entonces, me vi a mis veinte, como ella; devorando libros, como ella; sacando a las letras el jugo que llevan dentro, como ella; la pasión por los libros, como ella. Después vinieron otros temas, pero como si fuesen el mismo: es mi yo algo menos de diez años después. Hasta su sonrisa -la de las fotos- contagia la inercia de una alegría filológica que viene del pasado, o que ella me recuerda de aquellos días del vagón del tren que muchas mañanas compartía con un candidato socialista, hoy, a la Comunidad de Madrid. Ella dice que no, pero da bien a la cámara y reconozco que ha mejorado la generación: sus lecturas son metódicas, sus planteamientos inteligentes, sus palabras precisas... y hay algo de ella que, muchos días, no hallo en mujeres en los treinta: los segundos que saca para preguntar cómo ha ido mi día y si he estudiado. Es como si fuésemos juntos a clase en aquel cercanías a Cantoblanco; es como si el destino -o la fortuna, o los hados, o lo que sea- hubiese puesto a mi lado a una filóloga a la que con sólo mirarla supiésemos si son endecasílabos u octosílabos; si García Márquez o Vargas Llosa; si Complemento Directo o Complemento Indirecto... Es como si un día la realidad me hubiera dicho que no todo es deseo, que a veces la verosimilitud existe. Y es ella...
3 comentarios:
Qué cosas tan bonitas escribes!
Gracias por hacernos más amenos los días con tus relatos ;)
Muchas gracias, Belén. Me alegra que tengas siempre unos minutos de tiempo para leer estas cosas mías y, espero, que también lo tengas para escribir tú. Ánimo.
... o a veces es él. Ese que no sabes cómo llegó a tu vida, cuando menos lo esperabas y caído del cielo. Un oído que te escucha sin juzgar y que comprende lo que hay detrás de cada palabra que no dices. Momentos que se comparten, escasos y sinceros. Íntimos, irrepetibles y fugaces... Has tocado una fibra. Ay!
Gracias por hacerme recordar a mí también.
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