Todos llevamos la agenda pegada al móvil... En ella, contactos que habitualmente dan señal de vida, gente con la que nos comunicamos como fórmula social; luego, además, están esos otros que un día nos hacen pensar que no existen, que han cambiado el número -sin preaviso- o, sencillamente, gente que se fue y ya no hubo nada: teléfonos que piensas que hace años que no marcas... Hay días en que te piensas dos veces escribir, quizás porque lo que tienes que decir es tan largo que requiere de un café o una caña, según la hora; pero también hay momentos en que te paras y piensas que decir algo ya no es necesario, está de más, no viene al caso... Resulta sorprendente ese contacto que da señales de vida muy de tarde en tarde, como si las personas fuésemos un monumento nacional que visitas algún que otro verano, para decirte qué bien conservado lo tienes. Todos, indudablemente todos, vivimos pegados al teléfono, la sociabilidad depende no sólo del escribir, sino del que te lean; la afectividad está en que te escriban: porque aunque parezca raro, extraño, impensable, porverdadero, también hay quien, alguna vez, se descuelga con un "¿Cómo estás?" Lo curioso fue un caso en que, al escribir para preguntarle por cómo iba un proceso de convalecencia, respondió: "Lo siento, no tengo tiempo para escribirte", sin caer en el hecho de que ya lo estaba haciendo, muy groseramente por cierto. ¡El tiempo!... eso que pasa mientras decimos que no tenemos tiempo.
1 comentario:
Es verdad!!!no tenemos tiempo de cuidar las relaciones y que poco cuesta preguntar qué tal ??como lo llevas?!!!un simple mensaje que no cuesta nada y puede hacer a una persona muy feliz !!(voy a mandar algún mensaje,claro que si !!!)
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