En un momento de la cena alguien afirma, con rotundidad, que los ochenta fueron, quizás, la mejor década para la música y, entre bromas y veras, una melómana empedernida deja la caña en la mesa y busca en su móvil tres o cuatro datos, como que Sabrina y su Boys, boys surgieron en 1987, lo que nos lleva a reírnos. Ahora, ha caído la tarde cuando, recordando algo que no deja buen poso, me ha venido a la mente que en los noventa aún usaba yo el boli para retroceder la cassette hasta la canción (de Mike Oldfield o Jarabe de Palo, por ejemplo) que me gustaba; a veces le daba con tal ímpetu, que me iba a otra, así que ración doble. En esas estaba, medio intentando recordar en qué lugar están ahora las cintas y las cartas que escribía a las amigas, no necesariamente de amor, cuando ha aparecido uno de mis primeros cedés, de Alizée (L'Alizée), que debí coger por la sonrisa de la carátula. Aquella música, caigo ahora, acompañó de fondo algunos ratos de lectura. Busco algo en la red y se ve a la cantante cambiada, como los tiempos, quizás porque nuestros ojos ya no son los de aquella gente empezando algo que ahora continuamos; terminamos con las cassettes, las cartas a mano y los teléfonos ladrillo... pero yo, puestos a pedir, aún me quedo con el pop aquel y no con algunos nuevos derroteros musicales...
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