No sé si suele ocurrir a muchos, pero a mí tantas veces, tantas... Quizás sea la esencia de todos, o sólo la mía, no sé, pero muchas veces he estado frente a frente a alguien, sosteniéndole la mirada y con algo a punto de salir de dentro: quién sabe si una palabra puntual, una declaración de amor o un hasta luego, ni yo lo sé. Creí que le pasaba a los adolescentes de antes, nada más, pero no. Sí, frente a frente de alguien a quien te mueres de ganas por decir eso que estás pensando, eso que has ensayado decir durante largo tiempo y, al final, un resorte absurdo te hace permanecer en silencio (ese a ver si la cagas, que todos hemos aprendido de nuestros errores y que es, para mi gusto, excesivamente correcto; o una mierda, vaya) y te vas a casa como viniste. A veces te jode más si es con alguien que te gusta... El caso es que esto venía porque uno de estos días atrás, primaverales, estando ella allí tenía ganas de decirle algo, finalmente el tiempo pasó, me fui y callé. Con lo malo que es guardarlo todo para uno mismo...
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