Estoy subido en un tren que une Jaén con Madrid; de repente, una chica de La Mancha cambia su asiento, a contramarcha, por el libre que hay junto a mí, a favor del paisaje. Me pide permiso, como si el asiento fuera mío. La muchacha, morena y elegante, al principio no dice nada, hasta que al rato rompo el silencio y muestra que tiene ganas de hablar... y habla. Tras un buen rato hablando de cosas, se baja en la estación anterior a la mía, que es la final. "Suerte", dice al coger su maleta. Es una desconocida que en el anonimato queda, ni siquiera le pregunté su nombre, pero ella sí sabe el mío. Entonces comencé a pensar para mí que conocemos otro tipo de gente: la estirpe del no tener tiempo para interrelacionarse con los demás, con algunos de los demás; unen su indiferencia a la selección... gente por la que tu muestras cierta atención en sus malos momentos -pongamos por caso- y te develven la más absoluta indiferencia... dicen los psicólogos que es por la individualidad de nuestra época. Yo lo denominaría de otro modo más crudo, pero no voy a desdecir a nadie... Cuando llego a casa me pongo a escribir sobre ello y pienso en la actriz Elizabeth Gillies, que bordaría el papel de una protagonista distante que se sitúa por encima de los demás, o en el centro de atención. También pienso en Elena y su turbadora sensatez, detrás de sus ojos, tan hermosos como ella misma; o en la inestimable sensibilidad de Belén y sus espontaneidades; o en lo maravilloso de compartir un café mañanero con Mariángeles -que muchos confunden con una hermana casi gemela que es la que nos pone el café- y es entonces cuando, de este pequeño ejemplo, saco la conclusión de que la gente indiferente, que otros llaman tóxica, tiene que estar ahí para que aprendamos que somos tontos por prestarles atención algún instante y que además de gente superficial como ellos hay gente deliciosa, como esa inesperada chica del tren, o como Elena, o Belén, o Mariángeles... o tantas otras personas que no valoramos como merecen.
4 comentarios:
Huelga decir que molas, ¿verdad? :-)
M.
Menos que tú, que eres primera...
Me encanta tu sentido de la ética.
Gracias por seguir regalándonos tus entradas ;)
Gracias por el comentario, Belén; también yo admiro lo que escribes...
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