Entro en un lugar, un café o un centro comercial -me es indiferente- y parece que la veo allí, de espaldas, como esperando que yo llegue. Algún resorte que mueve la ausencia e implica que parezca que está allí quien realmente está a cientos de kilómetros... Dicen que por ahí, en el mundo ese que aún no hemos recorrido del todo, existe alguien parecido a nosotros; lo cual yo descarto, pero un parecido, así como un aire rubio a ella sí puede ser... yo no hice el mundo, ni lo entiendo... El caso es que uno va caminando por la Gran Vía, o Sol, o cualquier calle de provincias -pongamos por caso la calle Ancha de Albacete, que no se llama así, pero por entendernos- y parece como que la veo... entonces echo de menos mirar sus ojos, pararme en sus manos, el eco de su voz... no sé, esas cosas que entonces fueron cotidianas y que ahora son recuerdo, instinto y poesía. Claro que eso es así cuando la distancia no es olvido, sino pausa, un esperar a ver de nuevo, cuando sea, donde sea, como sea, con la venida del tiempo, con el fulgor del deseo de volverse a ver... Siento ganas de acercarme a ver si es ella, aunque no lo hago porque, en este caso, la incertidumbre alimenta las ganas de volvernos a ver... así que no caiga el telón, si no es ella.
2 comentarios:
Artista 👏🏻👏🏻Pero la próxima vez acércate a lo mejor es igual o mejor que ella 😉💋
Me acercaré... ;-)
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