Supongo que cuando tienes un momento para volver la mirada atrás nacen esas dudas: qué fue de aquella persona, qué quiso decir con... A veces las anotaciones de tu mente -o las del diario, que la suple- no aclaran nada: por qué no preguntaría yo, si me hubiera atrevido a decir que... Fueron momentos en que tuviste delante a aquella persona, instantes en que quisiste preguntar algo, seriamente, decirlo... pero se quedó ahí entre el miedo, la duda o que tomaste tú por adelantado una decisión que no era tuya. El tiempo ha ido mitigando las cosas, sean cuales sean: las de un café o una copa nunca concretados, las de un abrazo que no se dio o las de preguntar lo que querías preguntar... Esto viene porque las tardes de los domingos -esas de programación muermo en la tele, apuntes encima de la mesa, taza de café a medio y libro en el que no avanzas- se prestan a echar la vista atrás, con lo malísimo que es eso para la tensión, el descanso y el Ibex 35. Siempre recuerdo algo que escribí en un viejo diario de tapas negras: "si las miradas hablaran habría decidido antes, habría sufrido menos y habría besado más".
1 comentario:
¡Qué bella reflexión!
Publicar un comentario