"La prima de riesgo alcanza los 460 puntos"; "El paro aumenta un 1%"; "El político Tal se gastó 1.000 euros en una cena después de un partido de fútbol"; "El senador Z pagó con una VISA del Senado una sauna para él y su hijo"; "El ministro W manda a los niños al cole con un tuper"; "El Ministerio X se carga la educación artística"; "La multitud indignada rodea el Congreso"... Oía mientras al fondo subía el café y con la cuchilla de afeitar rasuraba mi barba. O quizás era un sueño, pues todo se me presentaba en blanco y negro. Bajaba a la calle y compraba el diario y en su portada aparecía sonriente un banquero que concedió créditos a 280 promotores inmobiliarios insolventes: "Ea, había que ayudarles", decía el titular: más abajo una anciana impedida era desalojada de su hogar porque no pudo pagar tres recibos de la hipoteca. La revista que acompaña al diario lleva un reportaje de unos cuantos políticos de la jet set que veranearon en agosto en Niza (Nice, en francés) con el dividendo que se repartieron en diciembre, un par de meses antes de la intervención del banco que pagaremos todos. Las páginas de la bolsa, para ser más astutos en el periódico, venían ya en rojo. Como la úlcera me dolía -creo que ya me duele hasta en sueños- entré en una cafetería en donde el dueño, cariacontecido, me dijo que estaba a tope "porque he tenido que despedir al empleado, mi propio hijo; pero es que no puedo pagarle". Entonces veo el diario de deportes, El Gol, y dice el presidente de no sé qué club que la independencia de su territorio es lo idóneo para solventar el paro, el cierre de hospitales, de institutos y colegios, para dar cobertura a los inmigrantes y a los dependientes, para que funcione el transporte y que las tarifas del gas y del agua y de la luz y del teléfono bajen. Y se me pone una mala leche que hasta el café me sienta mal.
Un rato más tarde veo a Gutiérrez Mellado, el Guti, salir de su escaño con un par de huevos y enfrentarse al tipo del bigote y del tricornio y detrás de él Adolfo que lo coge, pero como disparan se sienta con más pachorra que un gato y se mantiene firme, digno, con la cabeza bien alta. De golpe, y aún en blanco y negro, veo a Adolfo que da la cara: "Señoras y señores..." y sale por la tele y lo explica todo, aunque sea una putada y más duro que una piedra lo que pasa.
Entonces me despierta la radio y me oigo decir: "Joder si volvieran los dos y mandaran a la mierda a todos los de ahora". Y Sabina, con voz de sueño, "ojalá".
2 comentarios:
"Y Sabina, con voz de sueño: 'ójala'".
Ay, ay... :)
M.
Tienes razón... El acento se ha ido... :-( Todo el mundo se equivoca...
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