29 de abril de 2009

El enunciado y la intención del 'decir'

Muchas veces se pervierten las verdaderas intenciones del ‘decir’. La palabra, con su sentido estricto, enuncia realidades y el ‘decir’ es la transmisión de las mismas, pero ese ‘decir’ se pervierte, como decía, cuando el medio es electrónico. La emoción y la intención del enunciado, oral, no es la misma que la de la semántica escrita y, cuando esta última es literaria, al menos despierta efectos contrarios en el lector. ¿Cuántas veces nos confundimos con las personas cuando estas pronuncian, o ‘dicen’, con la intención perversa del lenguaje en manipulación electrónica? Otra cosa es cuando el interlocutor busca efectos dañinos o abusa del lenguaje cual arma de aniquilación psicológica. A veces entramos en páginas web y dejamos un breve comentario, que despierta admiración o animadversión en el lector posterior, quien a su vez deja otro comentario de adhesión o de repulsa y, todo, bajo los efectos del abuso del lenguaje. El ‘decir’ es, pues, la principal arma de comunicación, pero el ‘decir’ no es la propia comunicación, el ‘decir’ es la intención comunicadora y, como tal, debe estar aderezada de buena intención o de metáfora o de ironía o, simplemente, de mala leche. Nos parece que ‘decir’ es gratis pero detrás del ‘decir’ debe necesariamente haber una buena intención, esto es, el lenguaje como construcción comunicativa; aunque de esto último elimino el lenguaje político y el lenguaje periodístico: el primero nunca es constructivo sino que se sustenta en la destrucción del ‘decir’ contrario, en contraponer un ‘decir’ a otro ‘decir’ y, el lenguaje periodístico, como en el caso de la gripe porcina, enerva y alarma, mas que tranquiliza. El ‘decir’, sin emoción implícita, no sirve de nada. Si en el ‘decir’ “te quiero” no existe el sentimiento, la realidad que se enuncia es falsa y entonces el lenguaje antes o después va a destruir. A veces la imagen constituye un todo con el ‘decir’, o con el principio del ‘decir’, y la belleza del erotismo (en poesía) se convierte en parte del enunciado y constituye una realidad lingüística y literaria, o lo que es lo mismo, poner palabras a lo que uno ve detrás del placer del hedonismo. ‘Decir’ la verdad es lo más complejo, porque la verdad tiene que tener la honestidad detrás, aunque sin la verdad y sin la honestidad juntas quizá lo que no se posible es el ‘decir’.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Fijate, una palabra tan sencilla y usada... Si en realidad nos pusieramos a analizar lo mal que usamos la mayoria de palabras, no hablariamos.. je je

Gracia Iglesias dijo...

¡Cuantísimos seguidores tienes! ¡Qué tirón, chico! Si Rajoy se entera igual te ofrece un puesto en las listas generales para ver si le remontas la popularidad.

pilar dijo...

Donde dije digo, digo diego....Ay, las cosas de la comunicación...

Mista Vilteka dijo...

No sé si digo la verdad. Pero digo una verdad cuando sé que miento. Y esa es una verdad que quizás sólo yo conozco.