12 de enero de 2024

Fantasmas del pasado


Esa noche el coche decidió dejarme tirado en mitad de la España vaciada. Confieso que la nieve había hecho acto de presencia y la carretera nacional resultaba intransitable, por eso durante veinte kilómetros quise apurar hasta la capital, pero acabé optando por refugiarme en algún sitio mínimamente habitado. Aquel bar en mitad del pueblo, justo debajo de la pensión, tenía a esa hora intempestiva varias mesas ocupadas: un matrimonio con su nieta, tomando algo; cuatro paisanos echando un partida de cartas, ajenos a la tormenta. Al fondo, una mujer joven leyendo un libro. La dueña del sitio pronunció algo por cortesía mientras me ponía un café con leche y un bocadillo de alguna cosa poco susceptible de cocinarse con lentitud; al fondo, la televisión resaltaba la DANA (antes llamada "gota fría") y avisaba del próximo derby del siglo. Aposentado en la barra, miraba de soslayo el periódico provincial cuando caí en la identidad de la mujer solitaria: una ex de quien no tenía noticias en muchos años. Claro que, ahora, llevaba un corte de pelo distinto y más favorecedor, vestía con mucha más elegancia y, además, disimulaba con acierto no haberme visto. Pensé acercarme, saludar y decirle alguna gilipollez típica de estas situaciones tan embarazosas, pero decidí no hacerlo. Al final, mientras buscaba los cinco con ochenta de la consumición -porque el bizum sin internet no funciona- me dije a mí mismo que la vida, sin algunas personas que conocimos y ya olvidamos, sería exactamente la misma actualmente. Y salí a la noche de nevada.