26 de abril de 2015

Su mirada

Como los actores cuando salen a escena; como los alumnos ante un examen oral; como la gente que vuela, en el momento del ascenso... así son los nervios hechos rutina. Y yo, además, siempre que me enfrento a su mirada también me pongo nervioso; no lo puedo evitar: nunca antes me había ocurrido tal cosa con ninguna otra persona, nunca. Vale que uno se pone nervioso por las mismas cosas rutinarias por las que se pone nerviosa el resto de la gente, pero yo le sumo su mirada. Igual he de visitar a un especialista, que me lo explique. Me invade una sensación de incertidumbre que me atenaza, lo prometo: ¿tanto poder puede tener una simple mirada? ¿O es sólo su mirada? Ese soy yo: sé que de una mirada no se muere nadie, pero una mirada dice, eso sí; hay ojos que expresan más que mil palabras, eso también. Y hay miradas, como la que pienso en este instante, que se merecen un poema, que está aún por escribir. Lo prometo: la próxima vez intentaré no ponerme nervioso y, si no lo consigo, escribiré yo el poema.

20 de abril de 2015

Solos de madrugada

Como ayer, siempre como la noche de ayer: una de esas madrugadas en que te toca ensayar el papel de estar despierto. De golpe, recuerdos: siempre inercias no del todo agradables; dudas, incertidumbres (en un minuto pasas de decir 'sí, así lo haré' al 'no, para qué' y, claro está, el estadio intermedio: 'según me levante'). Como una meditación: la duda de si dijiste lo correcto entonces o si debiste callar... Quizás te puedan sorprender 45 o 50 minutos en duermevela, aderezada por la pérdida de un tren, o que no llegas al lugar hacia el que vas, o que has perdido el taco de post-it... vete tú a saber. Las manecillas del reloj van cambiando, girando en la esfera: enciendes la tablet y buscas cosas de un tiempo sepultado, que no debía salir a la luz en esa noche ni ninguna otra. Vuelta y vuelta; las sábanas se deshacen y prometes tomar medidas para que no vuelva a ocurrir: la sonrisa, aquella primera vez que se la viste; la matrícula de honor de aquel curso; los sábados de ir al cine; tu primera clase; la sensación esa que se te pone en el estómago cuando asciende el avión al despegar; quien te dijo que no y quien no se atrevió a decirte que sí; aquella discusión; un 'anda y que le den'; aquella vez que montaste un pollo en el bus, porque una niñata no cedió su asiento a una señora mayor -que lo cedió por tus narices-; unas manos de mujer; aquella peli que ojalá pasaran de nuevo en la televisión... Por la ventana se cuela una claridad rara y débil, que señala que está amaneciendo y, con el día, tú despierto... No se oye ruido alguno en el lugar, salvo que sube el café con su silbido, el humo y el aroma... Unas horas después alguien te dirá que tienes ojeras, pero a ti te da igual: en ese tiempo has caído en que 50 menos 32 son 18, no 28, señor de letras; que el comentario pragmático de texto es demasiado endiablado; que una sonrisa vale más que mil palabras y que hay algo peor que una cama vacía, arrugada y nerviosa: el jodido insomnio, el puñetero y recurrente insomnio de las narices.

10 de abril de 2015

"Hablar de algo"

"Economía", dicen en televisión. ¿Y así me voy a pasar yo dos meses? Quizás ese sea el tema, en el pensamiento único e inmutable, pero... yo estudié Letras y esa pasión me hace pensar y sentir. Analizar los silencios; eso que se queda por decir; mitigar el llanto por la impotencia de quien ve su futuro negro; echar de menos a quien se fue al extranjero; animar a la amiga que está de bajón, porque me necesita; sonreír a los ancianos que saludan; leer una novela policíaca; tomar un café con quien me dé la gana; pisar la calle; escribir un poema; viajar; compar un libro; estudiar y mandar whatsapp a las pocas -o las muchas- personas que realmente importan... No me da la gana de hablar de economía ni de cifras ni de datos ni del informe oficial: sí de personas; de pronombres -tú y yo-; de aquellos años que vivímos despreocupados por lo que vendría después... Quizás es que los demás sentimos, los demás somos la sociedad, los demás salimos a la calle... pero el futuro no se compra, no hay dinero suficiente para ello. Ni el amor, ni la sonrisa esperada -o inesperada-; ni el rato de café con una persona interesante; ni el guiño de un ojo; ni la mirada inocente de un niño... No, los de Letras somos de otra pasta: la ilusión no es su economía, la ilusión es que nos dejen vivir. Aquella vez no supe hacer nada, a la próxima estaré preparado: con palabras, con pronombres, con verbos, con la mirada al frente; respondiendo preguntas en primera persona y sólo aceptaré ultimátums de quien me quiera.

5 de abril de 2015

"Revolucionarias"

"Cuando la Humanidad se encuentre en un aprieto serán las mujeres, con su voz o simplemente con su mirada, las que la salven de la barbarie". Esto mismo he pensado mil veces, pero nunca lo he dicho. Mientras uno se agobia con las opciones por las que decidirse en unas elecciones existé ahí, en la calle, una mujer -que teníamos únicamente por guapa- enfrentándose con voz pausada y firmeza a aquellos que niegan la Libertad... "Por la libertad, hasta la vida...", se dijo siempre y buen ejemplo fue aquella mujer extremeña, Gregoria, que la perdió ante un pelotón de fusilamiento en Mérida (1941). Sigo. Uno está entre los versos de Garcilaso, los de Lope, a la espera de una respuesta de whastapp y la vida se pasa; pero, ahí afuera, en el mundo, mujeres de ojos grandes y mirada tierna y pocas palabras luchan contra lo que rompe la civilización, lo que desune a la gente, entre las miserias humanas y los discursos vanos de pequeñas miserias que hay en pleno siglo XXI... Es entonces, mientras sube el café, lo pongo en la taza y me asomo a la ventana -con él asido a la mano-, cuando me tranquilizo: "si la Humanidad se ve en otro brete y la barbarie vuelve por sus fueros, serán las mujeres, con sus voces y sus silencios, las que nos salven el pellejo".

2 de abril de 2015

"El otro camino"

"Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son", decía Calderón. Es verdad que no es bueno soñar despierto, como nos decían de pequeños en el cole; así, la realidad lo será siempre y el deseo se quedará para otros momentos. Piensas en que es necesario romper las reglas, alguna vez... y hay días como el de hoy en que, a la hora del café, más que un recuerdo te asalta una duda; te ronronea todo el día hasta que terminas por ver una solución: ¿qué sería de la vida si hubieses tomado la otra opción? Delante de ti aparecen dos opciones, como los dos caminos de la fábula, y acabas por tomar uno de ellos; sin embargo, ¿no te ocurre que piensas en cómo sería la realidad si hubieses optado por el otro? Lo imaginas, lo configuras, pero... finalmente, desistes: es mejor no sufrir pensando en cómo sería tu realidad si hubieses hecho otra cosa, o lo contario... Eso es historia ficción, o deseo; pero la realidad es simplemente eso: cruda realidad.