24 de febrero de 2013

"Marcharse (sin mirar atrás)"


Ruido y furia. Sueños que se interrumpen como pesadillas; es el caos que reina, el ombligo del mundo que nadie domina y todo el mundo se mira -miseria provinciana, de siesta y caspa-. De repente pienso, claro, muy claro, que si Ella me lo pide hago la maleta. Así, de repente, sin pensarlo... sin conocernos, sin saber uno del otro más que lo justo y necesario; una vida nueva en un lugar nuevo con gente nueva y, sobre todo, con ideas nuevas, con ideas del siglo XXI, lejos de la barbarie, la civilización y punto. Ella es diferente. Ella y solo ella, con su forma de ser, con sus maneras, con sus dejes y sus acentos, con su sonrisa, con el misterio y la ilusión que me despierta el que (aún) sea casi del todo desconocida. Y así que pasen cinco años, o seis, o diez... da igual. Que corra una vida de verdad, no esta vida que no le vale a nadie, que no es de nadie, que no es para nadie. Sin sentirlo, sin arrepentirse... Irse, marcharse (sin mirar atrás).

12 de febrero de 2013

"El futuro desde un día lluvioso bajo un paraguas"


Un día lluvioso, febrero, no abril. La maquinaria se pone en marcha: en el momento en que miles de niños nacen y otros miles de personas mueren -y otro amamos- hay alguien ingeniando el mal; suele ser algún mediocre hijo de mala madre cuya frustración es proporcionalmente igual de grande que el número de personas buenas que también hay. La felicidad está detrás de la sonrisa de un niño, de la caricia de un anciano, de la palabra de un profesor, del diagnóstico de un médico. La verdad, siempre la verdad, siempre.
 
La belleza del momento está también detrás de un día lluvioso, al salir, en una vieja calle adornada de coches desvencijados; tras las piernas hermosas de una muchacha que, bajo el paraguas, va a comprar el pan al colmado de la ciudad vieja, pisando con sus taconzaos el adoquín centenario. En una mano el paraguas y en la otra el cambio de la compra: un bollo para el desayuno de un niño -el que ella cuida- y una barra de pan de pueblo, por señalar algún lugar hermoso.
 
En el más absoluto anonimato está aún, quizás, el futuro líder; formándose la idea de un mundo impuro en el que hay que desterrar mucha corrupción, limpiar las cloacas y poner en su sitio a esos abusones que dirigen -o creen hacerlo- el mundo. Una tarde bajará al césped y se enfrentará a los universitarios; les dirá: "creéis que el mundo lo domina el capital, los prebostes puestos a dedo, los corruptos de todas las instituciones, esa jauría de hijosputa que os fastidían. No, lo domina el BOE y al pie va mi firma, creed en mí".
 
Cuando esto cambie, lo prometo, él se irá un día a por ella, a por la mujer morena, y la invitará a un café, los dos, frente a frente, mirándose como nunca; y entonces ambos sabrán que el amor viene de lo más inesperado, de lo más hondo, de la mujer más sencilla cuya belleza es quizás un flequillo con estilo, una sonrisa pícara o unas piernas hechas en un pueblo. Cuando eso suceda, él firmará en el BOE que entren en la cárcel los que ahora se ríen.
 
Eso es el futuro.