31 de enero de 2009

Estela Prádanos y otros recuerdos


A veces pienso qué será de ella. Desde el Instituto apenas sé nada de su vida; entonces se perdió su pista y nunca más volví a saber de ella. Sé que una etapa de su vida la dedicó a la pasarela porque me lo dijeron y después he descubierto que un nombre parecido al suyo, apellidos incluidos (Estela Prádanos Valiño), es el de una redactora de una determinada sección de “El Mundo”. Nada más. Eso y nada es todo lo que el tiempo te devuelve cuando le pides que hable. Conocéis la inquietud que me produce el paso del tiempo y, aunque intento controlarme, no dejo de olvidar a gente como ella, de la misma manera que detesto a otras personas; no soy un tipo perfecto y, si en algún momento soy canalla, lo he aprendido en el contacto con la gente. Quise ser un buen hombre, pero la realidad me lo impide. Necesito saber de ella, o al menos me he levantado con la necesidad de saber de ella. Cumplir 31 años es una etapa más de tu vida y esos otros nombres que me rodean quizás se queden o quizás pasen pero hay momentos en que uno debe decidir, porque el tiempo puede ser muy lento y, al final, te diga lo que te diga te pilla desprevenido. Hoy no quiero hablar de otra cosa, porque no merece la pena politiquear, tampoco hablar del amor o hablar de determinadas mujeres... quizá si os hablo de alguna de ellas e introducís su nombre en google me descubriréis en el misterio. Es lo que tiene haberla conocido. Pero la muchacha alta y rubia del Instituto se llamaba (imagino que se sigue llamando) Estela: ¿dónde estará? También digo... ¿qué sería del mundo sin lo prohibido? Luego están las que yo denomino harpías. Esas tipas de clase alta que se han cruzado conmigo y, después de abusar de mi amistad, han salido de mi vida haciendo ruido. Esas personas que como van a misa se sienten en el derecho de aplicar crueldad a sus explicaciones y de maltratarte psicológicamente haciéndote creer que la putada que te han hecho es porque te la merecías y les debes poco más que la vida. Lo que sí sé es lo bien que se vive sin ellas y lo precioso que está el barrio de Salamanca sin que ellas deambulen por sus calles. El pago del olvido debe ser la indiferencia.
(La chica de la foto es una imagen de cómo yo recuerdo a Estela)

25 de enero de 2009

Madrid, un domingo lluvioso

Llueve sobre Madrid. Es un día gris y pardo. Las calles están desiertas. Apenas se ven abiertos el Starbucks y los quioscos de prensa. Salgo a la calle y no me cruzo con nadie. La ciudad aparece en duermevela, sin gente, deshumanizada. No es el barrio de Salamanca conservador y bullicioso. Me entra el estrago de la desolación. Y vuelvo.

10 de enero de 2009

Pornografía y crisis



Ayer nos desayunábamos con la noticia de que la industria de la pornografía se halla en una seria crisis y sus empresarios tienen previsto solicitar del Congreso de los Estados Unidos una ayuda de 50.000 millones de dólares para paliar los problemas que las dormidas libido de los norteamericanos han provocado. Tengo que reconocer que soy partidario de que cada adulto haga con su cuerpo aquello que quiera, faltaría más, pero de ello a que se tengan que paliar los efectos de que la gente deje de ir a bares de alterne o de comprar DVD con las últimas hazañas de Jena Jamison o Kapri Styles (introducir los susodichos nombres en google y están hasta en Wikipedia) con el dinero público hay un trecho. Veamos: hace días, semanas, que recibo mensajes por Facebook pidiéndome que me suscriba a un grupo de gente que lucha contra la pornografía en general, cosa que no he hecho porque como antes decía defiendo la libertad de elección de cada adulto (sí me he suscrito al grupo ‘contra la pornografía infantil’ por obvias razones -y es una postura debatida con Galina en su Blog y que no tiene nada que ver con lo que ella exponía entonces allí-), eso por un lado; por otro, creo que la industria de la pornografía, como la del cine en general, debe ser independiente, esto es, debe ser financiada por cada productor al margen del Estado. El Estado ni puede ni debe intervenir en la vida privada de la gente, puesto que si así fuera sería como “1984” de George Orwell. Siguiendo; imagino que la industria pornográfica está en crisis como el resto de las cosas y por ello se ven así. Quedaría hablar de por qué algunos empresarios piden ayuda del gobierno de USA si tienen a ‘sus chicas’ de forma ilegal, a la fuerza o cometiendo el terrible delito de la ‘trata de blancas’, pero por pedir que no quede. Por tanto, pornografía sí, pero que cada uno se pague lo suyo y elija de forma adulta libremente.

7 de enero de 2009

"Fascista es aquel que llama fascista a otro"

Se está poniendo de moda hacer uso de la palabra ‘fascista’ para caracterizar a cualquier ciudadano que opine libremente de acuerdo con el artículo 20 de la Constitución de 1978; al menos en España. Decía el escritor Fernando Vizcaíno Casas que “fascista es aquel que llama fascista a otro” y estoy muy de acuerdo con él. Una cosa es que mi compañera de trabajo, Amanda, me lo diga de vacile y otra es que algunos presuntos intelectuales se dediquen de forma constante a denominar fascista a todo aquel que opine libremente. Tengo por sabido que fascista es “perteneciente o relativo al fascismo” o, en su defecto (tercera acepción de la RAE), “excesivamente autoritario”. El fascismo surgió como escisión del Partido Socialista Italiano (Mussollini) o a partir del Partido Nacional Socialista Alemán (Hitler); esto es, que nace a partir de la ideología a la que están adscritos estos jaleadores de las virtudes de Fidel Castro. El que opina libremente lo que hace es “formar o tener opinión” y, en la segunda acepción del diccionario de la RAE, “expresarla de palabra o por escrito”. Yo provengo de la UCD de Adolfo Suárez, una organización de centro que nada tiene de sospechosa y, en mi cotidiano discurrir, mi ideología centrista no me hace comulgar para nada con el fascismo; condeno tan enérgicamente que haya niños en España que no tienen Reyes Magos como que otros niños palestinos mueran por el efecto de los ataques israelíes. Ya escribí que entiendo que Israel tiene derecho a defenderse pero que no puede conculcar el Derecho Internacional. Pero claro, te viene alguien con nombre satánico y sin haber leído nada de lo dicho, o alguien de allende los mares que dice que el pueblo vasco vive ‘oprimido’ por el Estado Español y te lo tienes que tragar. No considero que sea fascista alguien que, como yo, ha ido en las listas electorales de un partido democrático en el País Vasco en 2003, que ha supervisado elecciones allí, en municipio en los que los abertzales coartan la libertad de otros; en un territorio en el que ETA, por no pensar igual que quienes entran a mi Blog a insultar con la palabra ‘fascismo’, mata. También es de mal gusto denominar al Estado de Israel ‘fascista’, porque precisamente Palestina, dominada por un grupo terrorista que impide la libertad de la mujer en la sociedad, por ejemplo, o que utiliza a seres humanos menores de edad como kamikazes, no es precisamente el paradigma de la democracia. Yo pienso como Vizcaíno Casas, “que fascista es aquel que llama fascista a otro”.

5 de enero de 2009

Lenguaje intelectual; lenguaje político...


Los intelectuales, por norma, cuando se deciden hacer política entienden que son los que mejor usan del lenguaje. En días pasados se ha suscitado un debate en este Blog que partía de la cuestión política cubana y el conflicto árabe-israelí, para dar un vuelco hacia el insulto, que me parece que es lo que se lleva ahora en el debate político; para ello recuerden aquella perla que dijo el ínclito Pedro Castro: “¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que vota a la derecha?”. Tengo por sabido y analizado que cuando en España tenemos la derecha más demócrata y civilizada de nuestra historia más se le ataca. Un "intelectual", que debatió aquí, me llamó ‘fascista’ (según la RAE ‘fascista’ es el “perteneciente o relativo al fascismo” y, en su tercera acepción, “excesivamente autoritario”) sin conocerme y sin saber que ni pertenezco al fascismo ni comulgo con él ni soy autoritario, porque para ser ‘fascista’ me hubiera bastado con censurar su opinión en mi Blog. Al Rey José I Bonaparte (1808-1814) le denomina ‘bobo’, esto es, ‘tonto’, ‘extremada y neciamente candoroso’, etc. Considero que un político del XIX que llegó a dominar el Imperio Español, que dictaminó cual era la moda que debían vestir los españoles y que engalanó la ciudad de Madrid, entre otras cosas, no era muy bobo. Verdaderamente no sabía que aún quedaban partidarios de Fernando VII. También se denomina ‘terrorista’ al que opina, sin saber que opinar no es “que practica actos de terrorismo” sino “formar o tener opinión”. Practicar actos de terrorismo es matar por la espalda, poner coches bomba, etc.; bien lo saben los vascos, porque si opinar fuera terrorismo otra cosa sería del País Vasco. Considero que la poesía antigua, bien hispánica bien americana es muy meritoria y muy importante para la literatura universal, ahora bien, denominarla ‘inmensa’ (“Que no tiene medida, infinito o ilimitado; y en este sentido es epíteto propio de Dios y de sus atributos” -según la RAE-) es una exageración pues la poesía se puede analizar y estudiar. Adjetivar como ‘escatológico’ a un ‘tirano’ es redundar la maldad, pero de forma incorrecta porque escatológico es lo ‘relativo a las postrimerías de ultratumba’ y mientras el sátrapa mata está en este mundo y no sabemos si le va “lo relativo a excrementos y suciedades”; valdrían para acentuar la maldad otros adjetivos como ‘enfermo’, ‘sanguinario’, ‘criminal’, ‘demente’, etc. ¡Qué difícil es saber hacer uso correcto del lenguaje!