31 de mayo de 2013

"El engaño, según Anaxágoras"


Es muy difícil convivir con el disimulo, ya lo sabes... cuando el engaño suele ser frecuente cada día; cuando se te dice esto, o lo otro, o lo contrario, con ánimo de engaño, engañando... disimulando lo real; para que permanezcas incorrupto en un segundo plano. La gente se cubre sus espaldas con ese juego. Pero... Ya lo dijo Anaxágoras: "Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía".

25 de mayo de 2013

"Desierto"


En vano mi voz clama en el desierto.

24 de mayo de 2013

"Ojos que se enamoran de legañas"


A tod@s los que se equivocan.
 
Jamás he olvidado aquella frase... Una mañana de los años noventa, de finales de los años noventa. Iba uno a entrar en clase y, como siempre, la gente se agolpaba en la puerta... Nos saludábamos con los ojos adormecidos, comentando la película de las tantas de la madrugada que todos habíamos visto... La vida era así. La chica in que pasa delante de uno y se cuela y como era la chica in nadie se atrevió a decirle nada. La cara de estúpido que pone uno cuando se siente atraído por una mujer así. Y la compañera de pupitre (la monísima detrás de la montura de gafas de plástico; la que lo aprueba todo; la que sacaba un diez hasta en francés -cuando los demás no sabíamos ni pronunciar bonjour-...) que se para, se gira y mira fijamente al protagonista de esta historia: "¡Anda hijo, que hay ojos que se enamoran de legañas!". La historia se repite y ella, en fin ella... sigue teniendo razón.
 


"Falsas apariencias"


La primera impresión es la que queda, decían antiguamente las abuelas. Y aquellas abuelas, lo miremos como lo miremos, tenían mucha más sabiduría que las de ahora, a pesar de no haber accedido ni a la enseñanza ni a las nuevas tecnologías. Era así, la vieja sabiduría popular. ¿Cuántas veces nos hemos enamorado de las apariencias? De esa persona que queríamos ver que era de un modo que, a la definitiva, no era: simple idealización. ¿Cuántos edificios que tienen una hermosa fachada adolecen de aluminosis por dentro? Todos esos bohemios literatos, que se pasan (no sé si decir nos pasamos, pues un narrador no es más que una teoría) el día entre el ordenador o entre tugurios han tomado la pluma para glosar a la tipa esa que entra a las dos de la madrugada en el antro y que aparenta, en definitiva, lo que no es. Actrices, puras y sencillas actrices... Es mejor soñar con que quieres tomar un café con Sofía Vergara (lo que jamás bajo ningún concepto -ni por asomo- se producirá) que glosar el sueño en una de esas mujeres fatales que son un puro engaño. Lo decía Belén, "tienes razón, Paco, es mejor enamorarse de un mito, jamás te hará sufrir".

The end


"El tirano muere y su reino termina; el mártir muere y su reino comienza".
(Sören Kierkegaard).



22 de mayo de 2013

Nuria Martí...




Ya sabemos lo que ocurre en este país (antes llamado España); políticos tenemos muchos e instituciones que solapan sus funciones o las cubren con empresas públicas dirigidas por amiguetes, también. Generalmente el curriculum de esos señores suele dejar bastante que desear (el que más, por ejemplo, ha leído los apuntes -tomados por otro- de la carrera), pero hacen y deshacen, dicen y desdicen. Para hacer palmas están ahora todas esas tertulias (las de televisión, además, vespertinas) llenas de tertulianos bastante carentes de las más básicas nociones de todo; y en lugar de informar suelen aparecer como voceros (urbanidad tienen poca, por cierto) al servicio de determinadas ideologías (algunas, y digo bien en plural, afortunadamente fenecidas o pasadas de moda). Esa es la España que tenemos entre media nación que dormita y otra media que bosteza, como decía Machado.
 
El otro día nos enteramos que una excelente profesional, Nuria Martí, trabaja en un centro de investigación que nació con la intención de ser puntero, de excelencia y con  carácter de futuro. Le endosaron a ella (y a otros de su formación, condición y calidad) un ERE y a la calle. En este país (antes llamado España) las cosas se arreglan así, de ese modo. Y ahora en Oregón (en ese otro país en el que sus habitantes no tienen empacho en llamarlo Estados Unidos o de colgar en sus balcones la bandera de barras y estrellas) ha participado en un grupo de excelentes científicos en un proyecto puntero, con carácter de futuro y novedoso, de lo mejorcito que se ha hecho recientemente. O sea, la chica que sonríe en la foto (arriba) con cara de buena gente no tenía cabida en España por los recortes y en Estados Unidos sí (allí se ve que saben eso del I + D + I y le dan importancia).
 
Si en este país, llamado España ya desde los Reyes Católicos (y que a mí no me da vergüenza llamarlo así) hubiese alguien con dos dedos de frente y con un cuarto de vergüenza dimitían desde el señor ministro correspondiente (el que da los fondos para el centro del que la cesaron), el señor presidente de la comunidad autónoma donde radica su antiguo instituto, el consejero del ramo y la dirección (al completo y en bloque) del centro. Que una chica como ella se vaya y declare que no vuelve mientras nos desayunamos cada día con corrupción política es la peor noticia que le pueden dar a España. Claro que si vuelve igual le quita el puesto a algún enchufado, amiguete, tiralevitas o estómago agradecido...

6 de mayo de 2013

La poesía de... Silvia Gallego


De vez en cuando aparece frente a ti una persona que, a los diez o doce segundos de conversación -no exagero-, empiezas a sentir como alguien interesante: eso me ocurrió con Silvia hace unos meses, allá por el 2012. El otro día la poeta Yolanda Sáenz de Tejada me preguntó en Albacete cómo había conocido a Silvia; en ese instante no recordé bien. Esas cosas mágicas que le pasan a uno cuando está a punto de tirar la toalla con la gente, una centésima de segundo antes de pensar que estás cansado de tu propia rutina.
 
Silvia Gallego Serrano es una extremeña (2012 me proporcionó el lujo de conocer a dos mujeres extremeñas bastante interesantes y con ese acento de allí tan dulce, aunque el de Cáceres me parece más fuerte que el de Badajoz, al oído...) afincada en Granada que, además de echar un rato al día a la Lengua y a la Literatura Castellanas escribe poesía; y escribe bien y despunta y dice y conecta con quien la lee y tiene interés y tiene una voz poética que merece la pena que conozcamos de ahora en adelante.
 
Si vas hoy día a una librería te atenazan cientos de libros en eso que se denominan novedades. Y si a uno le gusta decir de los libros, tiene que estar preparado y al día. No es fácil que entre mis dedicaciones filológicas e investigadoras, mis improperios contra cómo va el país mientras veo la televisión cuando la veo, mis clases de francés y demás...  me fije intuitiva-instintiva-impulsivamente en unos poemas; que pase la página y... de repente sienta la necesidad de volver a ellos, de leer ese verso concreto -de Silvia estoy hablando, insisto- que dice tanto; de interiorizarlo y buscar unas páginas más adelante el nombre de la autora: Silvia Gallego.
 
Tal fue como me pasó y como empecé a interesarme por sus versos y a decírselo a otros lectores cercanos. Así es como vendo su interesante poesía... Es complejo ser profesor de Literatura (siempre que los recortes te lo permitan, que no lo permiten) y, ademas, eso que dicen que se denomina ser crítico -que es algo así como encontrar la emoción a las letras- y enfrentarte algunas ocasiones a determinadas letras sin sentir nada -y ahora en nuestro país es necesario decir y, sobre todo, sentir- y no hallarlo. Yo sí, con Silvia Gallego, como antes me había pasado con tantas poetas cuyos nombres he escrito en mis trabajos y en mis días o con esos otros grandes llamados Luis Alberto de Cuenca o Luis García Montero, entre otros.
 
Nuestra Lengua Española, esa maravilla que posee nuestra Cultura, no sería lo que es ni lo que los filólogos nos empeñamos en que sea -y los casi 550 millones de hablantes ya- sin la letra impresa, sin la poesía de la novela, sin la emoción de la poesía, sin la tensión del teatro. Sin la vida nueva de escritores nuevos como es Silvia Gallego.
 
(Fotografía: Jesús Latorre)

5 de mayo de 2013

"Mentiras"


Cuando levanté la mirada del periódico fui consciente de que la mentira nos rodea y que, por desgracia, no son sólo las personas de la cosa pública quienes mienten... Hay mucha otra gente que, en lugar de ser sincera o de decir las cosas a la cara, dan un rodeo, te sueltan una 'mandanga' y se quedan tan conformes con la patraña que te han soltado. Tengo para mí que la sinceridad es el mejor camino a recorrer entre dos personas. Me quedé totalmente patidifuso aquella vez que una tal persona me dijo que no tiene por costumbre estar pegada al móvil -singularmente al invento llamado whatsaap- y que por ello no veía aquello que se le enviaba: durante una cena, un par de días antes de esa frasecita, esa misma tal persona permaneció el noventa por ciento del tiempo que duró el evento pegada al móvil (quiso ahorrarse, para quedar mejor, que pasaba de los mensajes de determinadas personas -supongo que el narrador de esto primero en su lista- pero se le vio el plumero). Hay quien miente incluso hasta para establecer el tipo de relación que tiene con una otra persona (por ejemplo, te dan muestras profundas y profusas de amistad siempre que les seas útil, pero pobre de ti como no lo seas...): cuando alguien está dispuesto -hablo en genérico, no en masculino- a buscar rollo, normalmente suele esquivar la palabra novio o novia de las conversaciones, reemplazandola por estupideces del calibre de 'mi mejor amigo', 'mi alma mater' (esta es para partirse) y tonterías por el estilo.
 
Queda genial que alguien te diga que no ha visto tu mensaje porque no le ha llegado o no ha tenido tiempo de contestarlo -quince segundos es mortal de necesidad en las horas de determinadas personas, que luego pierden el tiempo haciendo el ganso-. Madrid, por ejemplo, hace unos años: una señorita que compartía conmigo trabajo o estudios; Gran Vía, hora punta; se la ve en la acera de enfrente, casi imposible cruzar... sms: "estoy en Gran Vía, justo enfrente, mírame y nos tomamos algo". La citada saca el móvil del bolso, lo ve, pone cara de asco; sigue caminando. Al día siguiente fingió que no le había llegado... Jamás he vuelto a hablar con ella. También miente quien dice que es tu amigo o amiga, pero eso es según el día... como esa gente a la que invitas a un evento y te confirma que va; diez días después la invitan a otro justo el mismo día y a la misma hora... Te dice que no puede, primero porque le ha surgido un examen inesperado; luego no puede porque no tiene dinero... y, al final, cuando coincides de copas en el mismo lugar que el otro grupo con el que te ha puesto los cuernos se deshace en explicaciones ya absurdas porque la has pillado in fraganti: ¡con lo bien que queda decir 'no quiero ir' o 'no me apetece' o 'prefiero ir a otra fiesta que tengo'!
 
Como dijo aquel viejo o sabio o las dos cosas: "antes se pilla a un mentiroso que a un cojo"; y el narrador de este cuento está un poco harto de mentiras.