21 de abril de 2024

Olvidadas despedidas


Cuando abrí la caja de la mudanza y la dejé sobre la mesa de mi nuevo despacho de trabajo no di crédito a los recuerdos que se agolpaban en su interior. Ahora no estoy absolutamente seguro, pero debían ser cosas de mi estancia en Praga, cuando fui enviado allí como corresponsal. Saqué una fotografía suelta, perdida entre las páginas de un libro, probablemente realizada por mí mismo con mi cámara de entonces: en ella salía una chica sonriente tomando un café en un lugar bastante elegante. Aunque Don Quijote le dijese a Sancho que el tiempo nos concede dulces salidas a muchas amargas situaciones, el tiempo realmente termina borrando elementos de nuestra memoria. Cuando volví a mirar la fotografía fui consciente también de que algunas despedidas son definitivas, porque ciertas situaciones, y con ellas algunas personas, son solo momentáneas. Cuando conoces a alguien, o incluso cuando te identificas plenamente con otra persona -incluido el plano amoroso-, no siempre existe la perfección ni la eternidad, y algunas veces estamos condenados a acompañarnos poco tiempo; quizás intenso, sí, como parece decir la sonrisa de la mujer de la fotografía. Luego la vida te lleva por mil caminos llenos de baches y tortuosos resaltos. De fondo oigo sonar el teléfono y es cuando me pregunto dónde estará ella en este momento, cuál será ahora su conversación y cómo habrá cambiado su sonrisa... Pero, sobre todo, me pregunto qué pensará ella cuando alguna vez se encuentre con esa otra fotografía, en la que salgo yo. 

No hay comentarios: