26 de agosto de 2010

¿Una generación perdida?


Los polititicastros estos que nos mal gobiernan, la verdad, están consiguiendo dejar ko a toda una generación: la de aquellos que nacimos entre 1970 y 1985, aproximadamente. Estamos en un país en el que no se genera empleo, en el que no se da a los jóvenes su primera oportunidad, en el que los sueldos de la gente joven que trabaja son un auténtico timo, etc. Lo cierto y verdad, por lo que veo, es que ni los unos ni los otros tienen ideas, soluciones y carisma para hacernos salir de la crisis económica y moral y, lo que es más, tampoco las van a tener. Alemania está en la tasa de desempleo de 1992, la más baja de su Historia, por lo que ha salido más o menos de la crisis. Nosotros seguimos igual. Los jóvenes que han hecho estudios, que han buscado un empleo, que han creído en sí mismos y han querido emprender, se ven hoy sin recompensa; mientras que la política en una magistral forma de vida para muchos mediocres que viven genial en la poltrona mientras toda una generación se tira a la basura sin más. Así es España.

23 de agosto de 2010

"Desanchá", 'ensanchá', 'creída'...


Voy a decirlo con un poco de humor. El mundo en general está lleno de “desanchados”, sobre todo de “desanchadas” o “desanchás”. Este término proviene del verbo ‘ensanchar’, sobre todo de la segunda y tercera acepciones, según la RAE: “2. prnl. Envanecerse, afectar gravedad y señorío. U. t. c. intr. 3. prnl. Hacerse de rogar”. ¿Qué vengo a decir con esto? Bien, salgo algunas noches de fiesta, con la intención de tomar algo y, si se tercia, para conocer gente; pero lo que atisbo es una suerte de damas, damiselas, mozas o mozuelas, que podríamos denominar “desanchás”, esto es, no se dignan a hablar con nadie por su presunto ‘señorío’ (ver la acepción segunda de antes) o porque todos los hombres que pululamos por los alrededores (listos, tontos, guapos, feos, de pueblo, de ciudad, ricos, menos ricos, etc) somos “poco dignos” de entablar conversación o debemos insistir (acepción tercera). Ellas necesitan otra cosas que no tienen clara pero si viniera un príncipe nórdico a pedirles matrimonio le sacarían algún defecto y lo rechazarían. Algunas de estas jácaras o jacarandinas, que no jacarandosas, siguiendo a Francisco de Quevedo y tomando también algo de su misoginia (que no viene mal algún que otro día) son así, princesas mentales, que leen “Hola” y “Lecturas”, suelen ver “DEC” y otras basuras de la TDT (y, por cierto, su dicción es deficiente) y no han viajado más allá de Despeñaperros (teniendo en cuenta que es paso obligado entre dos de las más hermosas zonas, regiones, lugares de España). Es decir, que la casa tiene una hermosa fachada con un interior en ruina inminente. En fin, la España de Lázaro de Tormes y de Quevedo en su exacto punto en pleno siglo XXI. Y si no, vengan y compruébenlo.
(Para quienes no seáis de un medio rural ni hacéis uso del español peninsular, tomad la palabra “desanchada” como literal sinónimo de “creída”).

9 de agosto de 2010

Lo de hoy


Apuestas fuerte por una persona y, posiblemente, aciertes. Eso sí, debes estar seguro de ello, porque la vida de las cosas, como de los sentimientos, es efímera, o no; todo tal cual sucede en la realidad. Decía Ortega y Gasset que la distancia más corta entre dos corazones es la lealtad, pero... ¿sabe todo el mundo qué es la lealtad? Repito mucho todo esto porque cuando a uno le gusta la filosofía, es decir, cuando la gente quiere tener las cosas claras, darles una explicación (metafísica, positivista, etc.) y no encontrarla o meter la pata es algo duro, muy duro. Por otro lado, si se es capaz de separar las excepciones de la regla, de aislar los casos que merecen la pena del común, uno estará en la senda de la amistad, de la lealtad, no sé bien, pero no será un error.

5 de agosto de 2010

Caerse el mito


El mensaje que se me ocurre enviar, ahora, a Karina Sacerdote es, sin duda, aquel adagio que dice que “uno deja de ser niño cuando mueren sus padres”. Entonces empieza el ser adulto, la verdadera independencia que crea una soledad para la que únicamente tú puedes poner remedio.

Es como cuando cae un mito, como JFK, un mito que rompe el molde y deja huérfano no al seguidor sino al que lo toma como modelo. Por muy mujeriego y muy demócrata (haciendo uso de la palabra ‘democratic’ norteamericana) que fuera el presidente Kennedy con él se fue una era que no suplió el casi anónimo Lyndon Johnson o el increíble (en varios sentidos) Richard Nixon.

Es que una puerta se cierra con candado y otra se abre de par en par...