31 de julio de 2014

"Miradas"

Lo bueno que tiene viajar en verano son las miradas que te cruzas. Uno coge un vuelo, o un tren... y allí existen miradas. Es cierto, dicen, que hay miradas que engañan y personas que se engañan con las miradas; pero los ojos de la gente, mientras te dicen o te hablan, son la alerta de quien tienes delante. Junto a ti, en un vuelo, se sienta una muchacha que, de vez en vez, te mira de soslayo; otras ocasiones, eres tú mismo quien la miras... o en la fila para acceder al vuelo, con destino Hungría, por ejemplo; en un tren en Atocha... Ojos de mil colores, con la intensidad de la mirada, con el mensaje que te dice ("te he visto", "te conozco de algo", "me suenas", o... "me gustas": parecen decir esos ojos azules o verdes o de intenso marrón) o, simplemente, el chequeo de alguien a quien pegarse, para que el viaje no sea tan aburrido, con la canícula en la calle y mil historias de verano. A veces, dicen los poetas, esos ojos parecen pedir "ven, que aquí espero" y tú, como si nada, das una vuelta hasta que ecuentras la frase exacta para iniciar la conversación... Lo peor, añaden los que saben, son las no-miradas, la gente que no te mira... Al fin y al cabo, si quien te mira te envía un mensaje, quien no lo hace dice lo contrario.

27 de julio de 2014

"En otros labios"

Hay gente que no sobrevive al silencio; hay seres humanos, en fin, que no soportan el cambio de pareja, besar de nuevo, incorporar a su cama un cuerpo desnudo nuevo... Hay quien cree que cuando la monotonía se convierte en una enfermedad crónica se cura con Aspirina... Tú te crees que si no vuelvo a escribirte jamás no podré seguir siendo sin ti; que mis historias no tendrán la misma vibración o ritmo o lo que narices tengan, si algo tienen. Lo que jamás has pensado es que hay más ojos que me leen y labios que me besan; quizás ahora mismo haya alguien que esté leyendo esto mismo y piense que lo mejor es coger la maleta y cambiar de región; o que esté haciendo un pastel para mí; o que me mande un emoticono por whatsapp que demuestre su conexión... Es posible que no duermas pensando que yo no duermo por tu recuerdo, que tan lejano queda: quizás es en el momento en que someto en mi cama el cuerpo terso y joven de una nueva amante, con besos que saben a vino nuevo en sábanas nuevas... Quizás te rías sentada en un café, pensando en que un escritor se desnorta sin ti -y otros sin otras como tú- justo en el momento en que me sorprende la chica de mi cama, que además me pide agua al amanecer y quien quizás sea infinitamente más hermosa y más leal que tú y su cabello y sus manos me envuelvan en poesía, la poesía que tú jamás habrás leído.

20 de julio de 2014

"Una sonrisa y un café"

María; se llama así, no sólo porque lo ponga la placa que lleva puesta, sino porque lo ha dicho ella misma. La misión de un escritor es mirar la realidad... por eso, como María no deja indiferente, el primer día que me atendió, con esa sonrisa suya que pone cuando la mañana casi aún no ha comenzado, miré el ticket ese que te dan en Starbucks cuando pagas... y lo comprobé. Después, mientras que ella prepara un café estupendo, uno se entera qué estudió; qué hace en un lugar como ese, a esas horas tan intempestivas en que solo pululan por la calle los brokers que provocaron la crisis y que van estirados como si jamás hubiesen roto un plato... Es cierto que jode un poco que mientras todo el mundo dice estar de vacaciones, María y yo estemos ocupados, pero no está tan mal, después de todo, empezar el día con una sonrisa y un café... Hay días que buscamos aislarnos, no dejarnos ver, olvidar algo o a alguien... y, sin embargo, otras mañanas a uno le resultan distintas, con esa sonrisa de María y el café que prepara...

19 de julio de 2014

"Pensar tu nombre"

En las noches de insomnio; a pesar de que los días van caminando contra el calendario y yo con ellos y con el esfuerzo por olvidarte... En esas noches, cuando me levanto, aún recuerdo perfectamente tus ojos y las líneas de tu rostro; el aire de tus pasos y el acento de tu voz; cómo mirabas hacia mí o cómo gesticulaban tus manos al hablar... El dolor del recuerdo, como el dolor del recuerdo de la historia de cada se humano; como la decepción de no ganar una apuesta... Así, en esas noches que camino hacia la nevera y me sirvo un vaso de agua bien fría, con la ciudad al fondo, tras la ventana; con la intensidad del tiempo y de las ganas por borrar de la memoria todo eso que supone un nombre determinado; a pesar de ello, podría dibujarlo todo de ti... Y lo obvio de la noche es, como dijo Luis Cernuda, que pensar tu nombre envenena mis sueños.

16 de julio de 2014

"Sola tú"

Sola tú, de espaldas; ahí. Quizás el día que se supo que una mujer de 17 años es capaz de decir cosas que jamás dirá una chica de 37... Sola tú, en mi memoria, como en el poema de Panero; una mujer que transmite cariño y ternura en el instante preciso, como el flash de una cámara de fotos. Ahora que todos creemos que no existe gente así como tú, estás tú; sola tú, para decir cuando es preciso escuchar, cuando necesito que me escuchen... No; no creas que eres la mejor sólo porque lo repito yo: lo eres porque no hay muchas más como tú; eternamente tú, revolviéndote en mi memoria. Ahí, de espaldas, para que nadie te sepa, para que nadie te envidie, para que este cuento sera eterno y lo lean los hijos de los hijos de tus hijos, recordando tu sonrisa y tu saludo, siempre la palabra precisa en el instante oportuno (no como otro mundo; tú sola, singularmente única). Ahí, en el recuerdo, en mi memoria sola. Hoy, una noche de verano, poco shakesperiana, en mi memoria sola; tú en mi memoria, tus palabras siempre, siempre tu voz y sus mensajes.

13 de julio de 2014

"El pantalón corto"

Quizás haya sido ese paisaje humano captado por Vanessa Winship en sus fotografías; o el paseo Recoletos hacia abajo; o la poesía en movimiento bajo mis brazos; quizás sea la joven de la Brasserie Lipp de París, allá por 1969; a lo mejor mantener una conversación por whatsapp entre Madrid y Albacete con alguien interesante; o los hombros de la mujer de la fotografía, de espaldas y sentada en su escritorio... Todo ello o nada, lo que te ha traido a la memoria el aire del viento de aquella persona que habita en lo lejano... Eso de ahí afuera nos invita a los finales felices, al optimismo de que no hay gente que debe aprender del error o de la derrota: no siempre fue así y bien sepultado quede en el recuerdo. Hay una exposición de Cartier-Bresson y otra de Vanessa Winship; en un punto horario, la sala se queda vacía y se te acerca una chica rubia y joven, de no más de veinte o veintidós años; te pregunta por qué te detienes en la foto de dos mujeres rusas esperando el tranvía, en 1954. "Parecen modernas, son guapas; pero las delata ese horrible y tercermundista calzado y vestido, justo en el momento en que les toman la foto: disimulan", respondes. Ella se para y tú continúas... Ya en la librería se te acerca de nuevo y dice que por qué compras la postal de la Brasserie Lipp con la señora cotilla y la joven en minifalda. "Lo viejo contra lo nuevo; la chica con minifalda, calcetines y zapatos representa la modernidad y la ilusión", le dices, mientras se la regalas. A la salida, despedida y dices, finalmente, que hasta para llevar un pantalón corto o una minifalda la mujer luchó hasta el infinito... "¿Eres feminista?", pregunta, con unos enormes ojos verdes y tú respondes: "Yo lo que defiendo es la libertad y si ahí entra elegir entre París o Moscú, la respuesta está en la postal que te he regalado", dices mientras ella va a Cibeles y tú a Colón.

12 de julio de 2014

"Las fotos del móvil"

Una tarde de verano, como la de hoy, fue cuando quedaste con ella... ahora, olvidado su recuerdo y a ratos hasta su eco, mientras revisas el teléfono móvil aparece una fotografía de ella. Quizás es lo poco que tienes suyo, o lo mucho, según lo mires. Mientras vas pasando imágenes, empiezas a recordar los feos de algunas redes sociales; es otro hilo que te viene de pronto. Hay gente que cuelga su vida y cuelga su vida sólo para escogidos; sí, hay veces que das un me gusta y parece que les jode que hayas cliqueado tú y no esa otra persona que ignora ese estado o esa foto. "Que no lo pongan", te dice alguien a quien le consultas esta inquietud y que es mucho más práctico. El caso es que todos guardamos fotos de todos, de todos aquellos que nos interesan, claro; lo malo de esas fotos es el tiempo y el recuerdo: hay días que guardar esas fotos hace que te venga a la memoria un pasado interesante; otras, un mal rollo que mejor que se largue. Sigues con tu bebida on the rocks y mientras escribes en tu cuaderno verde el hilo de algo, que más tarde será o no será, recuerdas aquel momento con ella y, a pesar de todo, decides no borrar la fotografía del móvil... "Que borre ella las mías", le pides al silencio.

6 de julio de 2014

"Sus ojos"


Sus ojos, la primera vez que se cruzaron con los míos, estaban acompañados de esa sonrisa que ella siempre pone para aderezar la conversación... No tengo la obligación de decir sus cosas buenas o sus cosas malas; total, yo no la juzgo, yo soy un simple tipo que la mira cuando la tiene enfrente y luego escribe cosas que salen o no salen. No todas las personas del sexo opuesto que se han cruzado contigo, al menos desde que ibas a la Facultad, se han portado bien; algunas fueron malas y bien están donde el olvido las tenga... pero ella se puso frente a ti y sonrió y empezó a hablar, con esa soltura que tiene. Diría entonces ella que maldita la falta que hacía de estar allí y tú únicamente buscabas comprobar que hay conversaciones que merecen la pena, como hay otras que después de desarrolladas piensas que a ver para qué has perdido el tiempo... Allí ella, con sus ojos impactantes, su cuerpo majo y la sonrisa... ella dice y tú escuchas. Además, te recuerda a una de esas actrices de cine en blanco y negro, que dominan la escena, que abarca la cámara, que sabe mirar y sabe pisar... y que sabe sonreír De ese tipo de gente que triunfa... Anoche fue cuando, al ver a la brillante Bianca Guaccero en la miniserie esa que no pudiste acabar de ver -porque terminó a las tantas-, la recordaste y dijiste que ya estaba bien de inspirarse en musas que ni hablan ni cobran vida -literaria o de la otra- ni ná y que era el momento de escribir algo para ella y para todas como ella; por lo menos podrán decir a sus amigas que sí tienen alguien que les escribe.

5 de julio de 2014

Gente indiferente


Estoy subido en un tren que une Jaén con Madrid; de repente, una chica de La Mancha cambia su asiento, a contramarcha, por el libre que hay junto a mí, a favor del paisaje. Me pide permiso, como si el asiento fuera mío. La muchacha, morena y elegante, al principio no dice nada, hasta que al rato rompo el silencio y muestra que tiene ganas de hablar... y habla. Tras un buen rato hablando de cosas, se baja en la estación anterior a la mía, que es la final. "Suerte", dice al coger su maleta. Es una desconocida que en el anonimato queda, ni siquiera le pregunté su nombre, pero ella sí sabe el mío. Entonces comencé a pensar para mí que conocemos otro tipo de gente: la estirpe del no tener tiempo para interrelacionarse con los demás, con algunos de los demás; unen su indiferencia a la selección... gente por la que tu muestras cierta atención en sus malos momentos -pongamos por caso- y te develven la más absoluta indiferencia... dicen los psicólogos que es por la individualidad de nuestra época. Yo lo denominaría de otro modo más crudo, pero no voy a desdecir a nadie... Cuando llego a casa me pongo a escribir sobre ello y pienso en la actriz Elizabeth Gillies, que bordaría el papel de una protagonista distante que se sitúa por encima de los demás, o en el centro de atención. También pienso en Elena y su turbadora sensatez, detrás de sus ojos, tan hermosos como ella misma; o en la inestimable sensibilidad de Belén y sus espontaneidades; o en lo maravilloso de compartir un café mañanero con Mariángeles -que muchos confunden con una hermana casi gemela que es la que nos pone el café- y es entonces cuando, de este pequeño ejemplo, saco la conclusión de que la gente indiferente, que otros llaman tóxica, tiene que estar ahí para que aprendamos que somos tontos por prestarles atención algún instante y que además de gente superficial como ellos hay gente deliciosa, como esa inesperada chica del tren, o como Elena, o Belén, o Mariángeles... o tantas otras personas que no valoramos como merecen.