24 de julio de 2017

En el tren

Uno de esos días insulsos que existen y que uno tiene; uno de esos trenes medio vacíos a horas intempestivas de la mañana; una de esas ciudades de provincias en mitad de la nada o de todo; una de esas épocas en las que uno debe buscar un camino entre dos... Me siento en el 7B y frente a mí, dos estudiantes, que se bajarán más tarde en otra pequeña ciudad de provincias: esos lugares que son imprescindibles por su gente. Ella: rubia, joven, ojos azules... me mira todo el tiempo, con ese tipo de mirada penetrante y fijadora que hace dudar entre el cotilleo, el espionaje o la nada. También yo me fijo en ella y en su acompañante, otra chica con una maleta enorme, pantalón corto y medio bocadillo de bacon, que deduzco por el olor. Hablan de un examen jodido de una materia jodida y un profesor jodido, pero no me quita ojo. Como uno no es ya universitario, me levanto al baño: quizás voy manchado, o con la barba excesiva, o despeinado lo poco que queda en las cumbres, pero no. Ella allí, mirando, sonriendo. Es una estudiante normal, de una edad normal, de una carrera normal en una ciudad normal. La megafonía avisa; ellas bajan, pero le da tiempo a decirme: "Te conozco del Facebook de una amiga; me gustan tus cuentos, los leo en el móvil camino de la Uni... yo también soy de Albacete". El tren continua, sin ellas...