15 de diciembre de 2010

Christina Rosenvinge


Cristina Rosenvinge (o Christina Rosenvinge) es, además de una cantante genial, un mito. Es esa chica de mirada cosmopolita, sonrisa de rock y voz de niña buena que nunca ha roto un plato. Cuando hace algunos lustros surgió aquello tan extraño de definir y que se llamó “bakalao” o “ruta del bakalao”, podíamos recurrir los universitarios a alternativas, como los cantautores y voces del o por el estilo. Entonces Christina Rosenvinge empezó con canciones de titulos sugerentes, letras intensamente poéticas o intelectuales y una voz susurro que se contraponía a lo metálico, postizo y estridente de la música disco (la cual tiene su contexto dentro de la música y su historia, pero no es cosa aquí). A mí, sencillamente, me atraía la música de Christina Rosenvinge más que la de Joaquín Sabina, por ejemplo, aunque he de reconocer que las letras y la capacidad poética del de Úbeda.

Defensa del español


Pues sí, a mí, simplemente me da igual si los políticos del pasado -Siglo de Oro y mucho después- se comportaron autoritariamente con otras lenguas también de España o del extranjero: simplemente enjuicio el presente y la libertad de expresarse en cualquier lengua; además, que apuesto en firme por el bilingüismo. Yo defiendo el español que es, entre otras muchas cosas positivas, el idioma que hoy hablan 500 millones de hablantes. Soy, de profesión, filólogo, es decir, que mi vocación es la Lengua Española y toda la Literatura que conlleva, desde Jorge Manrique y el marqués de Santillana hasta Lauren Mendinueta, pasando por Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Calderón, García Lorca y Mario Vargas Llosa, entre otros miles. Si hay políticos que se confunden (ya sabemos que lo normal en los políticos de hoy es su nula cultura e ínfimo nivel intelectual) y hacen uso de los idiomas como arma arrojadiza política, allá ellos y nosotros con nuestra parte de culpa por perseverar en votarles y prestarles atención... Lo que no puedo soportar es que para defender tesis o posturas, insisto que fundamentalmente excluyentes, se insulte o se menosprecie la Lengua Española (dice la RAE que es Lengua Castellana en el contexto nacional; es decir, al hablar de Lengua Catalana, Lengua Gallega y Lengua Vasca y yo estoy de acuerdo en eso) y cuando un Premio Nobel de Literatura, de habla hispana y pluma en español, se pronuncia, está demás que haya pseudo-intelectuales (que dicen ellos que lo son, que habría que mirar si realmente hacen uso del intelecto cuando no se separan del ‘statu quo’ establecido ni saben hablar correctamente...) y politiquillos que lo ataquen. Se viene y se va con que un intelectual no puede opinar si defiende la unidad de España y el uso del español; en este punto recuerdo al sarcástico Fernando Vizcaíno Casas cuando decía que “fascista es aquel que llama fascista a otro”.

A lo que voy... La riqueza que tiene la cultura española en nuestros días es la diversidad lingüística y las diferentes modalidades de idiolecto que, incluso, se hablan bajo el mapa de uso de una misma lengua. Reconozco que, además de ser filólogo sobre la Lengua Española, he contraído el interés por leer autores en gallego, por ejemplo la poesía de Yolanda Castaño y algunas cosas de Manuel Rivas y me he infringido a mí mismo el esfuerzo por aprender, siendo consciente que nunca llegaré a dominar el gallego porque soy negado para los idiomas. Y sé, eso sí, que mucha otra gente que vive, por ejemplo, en Madrid, lee directamente en catalán siendo castellano-parlantes. Entonces... ¿por qué esto? Muchos días pienso que se vive muy bien de la polémica...